Mala comunicación

La gestión de la crisis sanitaria por coronavius es el mayor reto al que se ha enfrentado nuestra democracia. Hacerlo sin contar con una oposición constructiva -salvo la de los grupos parlamentarios minoritarios- hace todavía más compleja la gestión. Nadie parece escapar a los patinazos, a los errores, aunque sólo tiende a verse la paja en ojo ajeno, como prueba cómo la Junta de Andalucía, después de arremeter contra el ministerio de Sanidad, acaba de tener que retirar mascarillas defectuosas compradas por la ella después de que el personal sanitario haya estado utilizándolas desde hace al menos una semana.  A pesar de ello, la estrategia de comunicación del Gobierno de España es muy mejorable. La extraordinaria cantidad de ruedas de prensa no es necesariamente reflejo ni de transparencia ni de información, corriendo siempre el riesgo de una sobreexposición estéril.

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