Europa se lanza a la fabricación de procesadores

 


En mitad de la carrera por las vacunas para COVID-19 otras noticias científicas se pierden por el camino. Sin embargo, esta semana 17 Estados miembros, entre los que se encuentra España, han suscrito una declaración conjunta para desarrollar procesadores integrados de baja potencia de próxima generación, así como tecnologías de proceso avanzadas de 2 nanómetros. No parece un brindis al sol, dado que la iniciativa cuenta con una financiación de 145.000 millones de euros para los próximos dos o tres años, si bien es cierto que se encuentran bajo el paraguas de los Fondos de Recuperación y Resiliencia –suponen un 20% de los mismos-.

Bélgica, Francia, Alemania, Croacia, Estonia, Italia, Grecia, Malta, España, Países Bajos, Portugal, Austria, Eslovenia, Eslovaquia, Rumania, Finlandia, Chipre son los 17 países que han acordado el desarrollo conjunto de estas tecnologías en un claro intento por dirigir el rumbo europeo hacia una soberanía tecnológica que, hoy por hoy, está en manos de EEUU, China y Japón.

No es para menos, dado que según datos de la propia UE, “la participación de Europa en el mercado mundial de semiconductores de 440.000 millones de euros es de alrededor del 10%, muy por debajo de su posición económica”.  En esos términos se ha expresado el comisionado para el Mercado Interior, Thierry Breton, al afirmar que “Europa tiene todo lo necesario para diversificar y reducir las dependencias críticas, sin dejar de estar abierta”.

El resultado de esta iniciativa se aplicará a sectores como la automoción, equipos sanitarios, telefonía móvil y todo tipo de dispositivos del Internet de las Cosas (IoT) que precisan de procesadores cada vez más potentes. Más específicamente, aplicaciones en conectividad de alta velocidad, vehículos automatizados, aeroespacial y defensa, salud y agroalimentación, Inteligencia Artificial (IA), centros de datos, fotónica integrada, supercomputación y computación cuántica.

En suma, se trata de fortalecer las cadenas de valor de la UE en un escenario que los expertos dibujan dominado por los semiconductores y la IA. Como se afirma en la declaración conjunta, el objetivo es “garantizar la soberanía tecnológica y la competitividad de Europa”, sin perder por el camino los desafíos ambientales y sociales.

Este anuncio enlaza directamente con la European Processor Initiative (EPI), un proyecto financiado por el programa Horizonte 2020 de la UE que hace dos años reunión a 27 socios de 10 países europeos, con el objetivo de ayudar a la UE a lograr la independencia en tecnologías de supercomputación. Casi al cierre de este segundo año de actividades la iniciativa ha finalizado la primera versión de su arquitectura de acelerador RISC-V, denominada EPAC y ya el próximo año se verá el primer procesador de la EPI. El objetivo pasa por desarrollar procesadores para superordenadores made in Europa buscando, de nuevo, la soberanía digital.

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