La prohibición en Madrid de las concentraciones por el 8M, única Comunidad en toda España en la que sucede esto, ha sido la guinda de un pastel de señalamiento a la causa feminista. Quien niegue esto, miente o se autoengaña. Más allá de la conveniencia o no de estas concentraciones por prudencia sanitaria, que tan sólo se prohiban las que reclaman igualdad y no aquellas que, incluso, promueven el odio deja en evidencia el poder del patriarcado.
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