España continúa dando muestras de discriminación institucional en materia migratoria. ¿Cómo es posible que se deniegue el asilo a trece jóvenes, con estatus de refugiados según el Derecho Internacional, y prácticamente al día siguiente se les devuelva al desierto en el que viven en situación precaria y con una ayuda internacional cada vez más escasa? La respuesta es sencilla y no por ello menos terrible: son saharauis.
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