Hipotecas que se pagan con la vida

Ayer sucedió otra vez. No será la última. Una persona, a punto de ser desahuciada, encontró su única salida en el suicidio, precipitándose desde un cuarto piso. José Luis, que así se llamaba, estaba enfermo, recibiendo tratamiento oncológico y psicológico. Ninguna de esas circunstancias impidieron que las autoridades le dejaran de patitas en la calle sin alternativa habitacional. Una vez más, el derecho a la propiedad privada por encima del derecho a una vida digna. ¿Es esa la sociedad que realmente deseamos?

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