El derecho a defenderse de Líbano

 Marta Maroto

Israel ha comenzado 2024 con un peligroso giro de tuerca en su genocidio contra el pueblo palestino. Con más de 22.000 habitantes gazatíes asesinados, el gobierno de Netanyahu ha traspasado sus fronteras (de nuevo) bombardeando Beirut, la capital de Líbano, algo que no sucedía desde 2006. El objetivo era Saleh al-Arouri, considerado número dos de Hamás, que ha sido asesinado junto a otras cinco personas tras el bombardeo con drones de un edificio en Musharafieh, un suburbio al sur de Beirut. ¿Puede Líbano aplicar ahora contra Tel Aviv su derecho a defenderse del mismo modo que Benjamín Netanyahu hace para justificar su matanza indiscriminada?

Arouri, de 57 años, era uno de los fundadores del ala militar de Hamás y vivía en Líbano desde 2018, desde donde había liderado la presencia del grupo en Cisjordania, de donde era originario. La escalada de la masacre que está cometiendo Israel puede llevar los bombardeos contra su propia sociedad civil en la misma capital. Esa sería la respuesta esperada si el primer ministro libanés, Najib Mikati, aplicara el derecho a defenderse del mismo modo que Netanyahu. Los presagios no son buenos, pues Mikati ya ha calificado los hechos como “un nuevo crimen israelí dirigido a escalar una nueva fase del conflicto”.

No es la primera vez que Israel bombardea Líbano, pues la franja sur del país ya viene siendo objeto de los ataques israelíes, pero bombardear Beirut con el pretexto de matar a Al-Arouri es equivalente a si ahora Líbano bombardeara Tel Aviv para rendir cuentas con Netanyahu, las que el resto de la Comunidad Internacional no quiere rendir ni siquiera con sanciones económicas.

La impunidad que han regalado EEUU y Europa a Netanyahu son cómplices de esta nueva escalada, que desde el lado israelí califican de “ataque quirúrgico contra los dirigentes de Hamás”, negando que se trate de un ataque al Estado libanés. Sin embargo, es una violación en toda regla de la soberanía de Líbano. El diputado del partido Likud de Netanyahu y exembajador de Israel en la ONU de 2015 a 2020, Danny Danon, no ha tardado en tuitear sus felicitaciones por el asesinato: "Felicito a las FDI, al Shin Bet, al Mossad y a las fuerzas de seguridad por matar al alto funcionario de Hamás, Salah al-Arouri, en Beirut".

Netanyahu está desbocado, fuera de control. Las más de 22.000 víctimas civiles en Gaza son absolutamente injustificables. Para ser honestos con la vara de medir, es como si para asesinar sin juicio previo a un dirigente de Hamás, Israel lanzara un ataque con drones contra Washington. ¿Se imaginan las reacciones internacionales, comenzando por las de la Casa Blanca?

Ni los llamamientos de la ONU ni de algunos países condenando la matanza indiscriminada han servido para que Israel cese sus ataques. El genocidio cuenta con el aval de EEUU y Europa, cuya laxitud no ha hecho más que espolear las ansias asesinas del gobierno ultraconservador de Israel. Hace bien Tel Aviv en poner a su policía en alerta máxima, dado que el secretario general de Hezbollah, Sayyed Hassan Nasralla, ya venía advirtiendo que se tomarían represalias contra cualquier ataque israelí contra funcionarios palestinos en el Líbano.

La Comunidad Internacional tiene las manos manchadas con la sangre de más de 22.000 víctimas mortales palestinas. Llega tarde, pero cuanto más prolongue en el tiempo la toma de medidas efectivas contra el genocidio que dirige Netanyahu más víctimas se producirán, habiendo sido ahora el gobierno de halcones de Tel Aviv quien ha invitado a Líbano a poner su diana sobre la capital israelí. Mirar para otro lado, anclarse en las palabras y no saltar a los hechos, tiene estas consecuencias sobre la población civil. Hay que parar los pies a Netanyahu y en esa empresa, el pueblo israelí tiene mucho que decir.

(Artículo en Público)

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