Aporofobia institucional
El aeropuerto de Málaga sigue los pasos del de Barajas en Madrid y ya restringe el acceso nocturno para las personas sin hogar. Como en la capital, la medida evidencia el fracaso de las políticas sociales, tanto municipales como autonómicas, ante la pasividad del Gobierno de España. Existe la aporofobia institucional y, como tal, no atiende a capacidades y recursos, sencillamente, se discrimina a quien vive en los márgenes. Erradicar la pobreza no es eliminar ni borrar a los y las pobres.
El aeropuerto de Málaga, como sucede con Barajas, no sólo se ha convertido en un lugar en el que poder descansar y asearse –algo básico, especialmente para las mujeres-; se trata de un espacio que salvaguarda de las temperaturas extremas, del frío y la lluvia en invierno, del sol abrasador en verano. Además y, sobre todo, se trata de un espacio seguro, un lugar en el que existe vigilancia y protege de las agresiones de la calle, que no son pocas. Lamentablemente, en Málaga tenemos varios casos de personas sin hogar asesinadas a golpes en pleno paseo marítimo o en los jardines de Picasso. La ciudad de los museos, la que aspiró a acoger una Expo Universal, la que presume de esplendor y buena vida tiene otra cara muy oscura.
A escasos 15 kilómetros de Málaga se encuentra Rincón de la Victoria, el segundo municipio más rico de toda la provincia y el noveno de toda Andalucía, según los datos oficiales de renta media bruta. En esta localidad, gobernada por el presidente de la Diputación Provincial de Málaga, Francisco Salado (PP), el próximo 18 de junio a las 10:30 horas desahuciarán a Luz, una mujer de 76 años con gravísimos problemas de salud y un informe de vulnerabilidad de los servicios sociales del ayuntamiento rinconero.
El 18 de junio, esta mujer que vive en Rincón de la Victoria desde hace casi 25 años, se verá en situación de calle, sin que desde el consistorio se le haya ofrecido ninguna alternativa habitacional, según denuncia. El segundo municipio más rico de toda Málaga no puede auxiliar a una mujer de edad avanzada, con un solo pulmón y una pensión no contributiva de 480 euros como únicos ingresos, con la que ha de completar los 700 euros que cuesta una residencia en Coín donde tuvo que ser ingresado su marido de 86 años –que recibe otros 480 euros- por sufrir un grave deterioro mental y físico.
El día anterior a la descorazonadora entrevista que mantuve con Luz, el proveedor le había cortado el agua, teniendo que ingresar de urgencia 300 euros para, al menos, poder beber y refrescarse en un verano adelantado con temperaturas superiores a los 30 grados centígrados. Mantener los impagos del alquiler es inviable, especialmente porque Luz sólo tiene buenas palabras para su casero y éste no es un gran tenedor. Se trata de un particular que acumula más de dos años de impagos del único inmueble alquilado que tiene, cuya renta es inferior a la media de un municipio en emergencia habitacional donde su regidor se niega a aplicar la Ley de Vivienda y declarar zonas tensionadas.
Ante la inacción del ayuntamiento, que ha rechazado arrojar luz sobre este asunto, resolver la situación del casero –algo que urge- pasa por tirar a una persona extremadamente vulnerable a los pies de los caballos. El segundo municipio más rico de toda Málaga no cuenta con alternativas habitacionales ni está dispuesta a asumir ni siquiera temporalmente una. De hecho y a pesar de que pasear por las calles de esta localidad de más de 50.000 habitantes descubre a personas sin hogar, tampoco cuenta con albergue o unas instalaciones que permitan que hombres y mujeres en situación de calle puedan asearse, lavar su ropa, tomarse siquiera un café. Rincón de la Victoria no es una excepción; en toda la comarca de la Axarquía, no existe un solo municipio que disponga de este tipo de recursos. Pareciera que ninguna tuviera la decencia y responsabilidad de inaugurar tales instalaciones por temor a un efecto llamada, lo que en sus propias palabras podría ser “que se nos llene el pueblo de piojosos”.
Esta aporofobia institucional, que incluso en Málaga capital ha llevado a privatizar el albergue municipal topándose con que el concurso público ha quedado desierto en la primera convocatoria, empobrece a las ciudades. Los dirigentes que lideran esta clara discriminación a las personas vulnerables, no sólo en la provincia malagueña, sino en toda España, lo hacen convencidos de que harán más prósperos a sus municipios pero, en realidad, los sumen en una odiosa podredumbre moral que impregna a todo el término municipal.
Con una galopante pobreza laboral, las métricas para poder determinar si una persona vive en la exclusión se han ampliado, mientras que las medidas y el interés por proteger a quienes viven en el umbral de la pobreza o por debajo de él, se han estrechado alarmantemente. Málaga y Rincón de la Victoria son dos ejemplos en el pedacito de Andalucía que cada jueves traigo a Público, pero la preocupante situación es extrapolable al resto de España. No podemos ser cómplices de ello.
(Artículo en Público)
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