El manual de conveniencia de Moreno Bonilla
Un año después de la deficiente gestión de la DANA de València por parte del gobierno de Carlos Mazón, Juan Manuel Moreno Bonilla considera que su homólogo en la Generalitat Valenciana “ha hecho lo correcto”. El andaluz califica la decisión de “oportuna dadas las circunstancias que se están viviendo” en la Comunidad Valenciana. La capacidad de Moreno Bonilla para condensar en pocas palabras tanta hipocresía y cinismo parece ilimitada, tanto como su habilidad para no verse en el espejo de Mazón en pleno el escándalo del cribado de cáncer, que ya se ha cobrado vidas.
Uno no alcanza a comprender si el presidente de la Junta de Andalucía ve correcto dimitir después un año de mentira tras mentira sobre la muerte de 229 personas o que Mazón ni siquiera haya sido capaz de conjugar el verbo dimitir. Quizás ambas; en todo caso, no deja de aplaudir a Mazón, como ya hiciera meses atrás avalando su gestión, la misma que ahora le ha llevado a dimitir. Qué estándares de lógica y moral tan contradictorios maneja la derecha.
Moreno Bonilla sopla y sorbe a un mismo tiempo; por un lado, considera oportuna la dimisión de Mazón y, por otro, avala su gestión y su opacidad llena de embustes. Es una técnica, esta de sostener dos cosas a la vez, que el presidente de la Junta ha ido perfeccionando a medida que avanzaba su mandato. Comenzó con algo sencillo para cierta calaña política, como es decir una cosa y hacer la contraria, y ahora ha alcanzado tal nivel que en una misma frase puede contradecirse asimismo sin despeinarse.
En su caso, es una cuestión de supervivencia, porque si por mala gestión y mentiras fuera, hace tiempo que Moreno Bonilla tendría que haber abandonado el Palacio de San Telmo. Más de un mes después del estallido del escándalo del cribado de cáncer, la Junta de Andalucía sigue sin dar una explicación que lo motive, para estupor, incluso, del Defensor del Pueblo de España y el Defensor del Pueblo Andaluz, por partida doble. Además, en lugar de adoptar una postura conciliadora, humilde, agachar cabeza, que es lo que toca, su gobierno continúa arremetiendo contra las víctimas asegurando que las mujeres perjudicadas por los fallos en el cribado "se contarán con los dedos de una mano". Perjudicadas son todas, no sólo las que hayan muerto o desarrollado cáncer por esta negligencia, porque la desconfianza generada es incompatible con la buena salud.
Mientras, a la Junta le llueven las demandas, la Fiscalía ha tomado cartas en el asunto por el presunto borrado de mamografías, continuamos escuchando casos de mujeres fallecidas a las que les llega ahora la citación para una mamografía y las calles se tiñen de rosa demandando explicaciones y una Sanidad Pública de calidad. A Mazón le ha hecho falta un año de manifestaciones y presión social para dimitir, ¿cuánto le hará falta a Moreno Bonilla? Porque las movilizaciones reclamando una mejor Sanidad Pública o una Dependencia a la altura (muere una persona cada 75 minutos en la lista de espera) llevan toda la legislatura produciéndose.
En lugar de ver que quienes habitamos en Andalucía somos víctimas de su gobierno, Moreno Bonilla asume esa conducta que roza lo sociópata de erigirse como dañado cuando, en realidad, es quien daña. Incluso en el asunto del cribado del cáncer, el popular asegura haber sido objetivo de una cacería mediática a nivel nacional. Anda, mira, como Mazón… o como Rajoy antes de que un tribunal declarara culpable al PP en la trama Gürtel.
El escenario de esta nueva victimización fue el baño de masas que Moreno Bonilla se quiso dar para presentar su libro. Y es que, en medio de este maremágnum, el presidente andaluz ha considerado que es el mejor momento para publicar sus memorias, tituladas Manual de Convivencia, haciendo un guiño antagonista al Manuel de Resistencia (2019) de Pedro Sánchez. La diferencia es que mientras que el presidente de España sí ha demostrado con hechos que en cuestión de resistencia tiene pocos rivales –que se lo digan a Feijóo tras el 23J-, Moreno no tiene avales en materia de convivencia, con una sociedad andaluza que arrastra hartazgo por encontrarse a la cola de casi todos los indicadores sociales del país.
La degradación moral de Moreno Bonilla, pagado de sí mismo, le lleva a afirmar que, cuando todo el mundo lo daba por muerto en las elecciones de 2018, resucitó. Resucitar es un eufemismo de vender el alma al diablo como en el mito de Fausto, porque en aquellos comicios, que el PP perdió por cerca de 260.000 votos respecto al PSOE, Moreno Bonilla marcó el inicio en el PP de la sumisión a Vox. Así fue como alcanzó la presidencia de la Junta, con Elías Bendodo pilotando las negociaciones y jactándose de que “la política es el arte de lo posible”. Una vez más, ansía ser víctima cuando es el que quien obliga a los habitantes de Andalucía a asumir ese papel.
De aquellos barros, estos lodos. Desde que el PP cedió a las exigencias de la extrema derecha para acceder al poder, hemos visto cómo en las demarcaciones en las que gobierna la derecha se retrocede en derechos. Cuando a estas alturas, Moreno Bonilla vuelve con la cantinela de que o en las próximas elecciones la ciudadanía le otorga la mayoría absoluta o Andalucía está abocada a la inestabilidad, delata lo inquieto que está.
Un demócrata convencido jamás estaría dispuesto a aliarse con el fascismo para conservar el poder. Sin embargo, eso no es lo que le quita el sueño a Moreno Bonilla, ni al resto del PP. En ambos casos, imitar a Fausto en la venta del alma no supone ningún problema, ¿saben por qué? Porque es la de la ciudadanía la que está en venta. La suya. La mía. Todas. Lo que edita cada día Moreno Bonilla es un Manual de Conveniencia.
(Artículo en Público)

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