Día negro para la prensa nacional

Hace tan sólo unos minutos que se ha sabido que el diario gratuito Metro no saldrá mañana a la calle. Metro International, la propietaria del rotativo, he emitido un comunicado oficial en el que anuncia que desaparecen todas las ediciones, con la excepción de la Comunidad Valenciana.

El diario, que ya había acometido un ERE hace un mes, sostiene en el comunicado que "el estado actual de los mercados financieros internacionales y la continua caída en el volumen de ventas de espacios publicitarios , especialmente en los últimos meses, han causado gran impacto en todo el sector de los medios de comunicación, lo que ha llevado a Metro a una situación insostenible". El resultado es que la totalidad de la plantilla se queda en la calle, junto con los daños colaterales de su distribución y reparto.

Una pena y un auténtica masacre la que está viviendo la prensa nacional, en la que ya se han producido más de 3.000 despidos en los últimos meses. Pero el daño que hacen estos cierres va, incluso, mucho más lejos de las personas que engrosan la lista del paro. No podemos olvidar ni por un sólo instante que la prensa es uno de los principales pilares de la democracia, un garante esencial de la libertad del ciudadano.

Ningún régimen democrático lo es realmente sin una libertad de prensa que vele e informe a la ciudadanía del Estado en el que vive y del mundo con el que se relaciona. Comentarios como "ese diario es de derechas hasta la médula" o "ese otro está vendido a los sociatas", sobran, sean ciertos o no, porque en la pluralidad está la esencia de la democracia, ese equilibrio necesario, imprescindible para el sostenimiento de la libertad. En el caso concreto de Metro, estamos hablando de 1,8 millones de lectores, del quinto diario más leído.

Es algo que en lo que no siempre se repara, en la mayoría de los casos justificándolo porque la objetividad cotiza a la baja, dado que los grandes grupos mediáticos cuando no se alinean con intereses políticos, lo hacen con comerciales. Pero entre todos, sitúan el fiel de la balanza en el centro...

Nicolas Sarkozy sí pareció darse cuenta de ello y hace una semana sorprendía con la noticia de crear un fondo de 600 millones de euros en tres años para paliar los efectos de la crisis y contribuir a la modernización de la prensa. No sé si esa es la solución pero, en cualquier caso, sí ayuda a poner las cosas en su sitio.

Y si me equivoco, ¿por qué todos los regímenes autoritarios, lo primero que atajan, controlan o eliminan es la prensa?
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