Autónomos al borde del abismo

España es un país de autónomos y micropymes. No descubrimos nada nuevo aqui. Sólo aútónomos, hay censados 3,2 millones. Y si decimos que corren muy malos tiempos para los autónomos, creo que tampoco hay gran novedad. Sin embargo, por el peso que tiene este grupo de trabajadores en la macroeconomía nacional, creo que merece, al menos, un pequeño espacio para la reflexión. Más aún en plena recesión, durante la cual la falta de apoyo de una instancia superior, bien sea empresa local o multinacional, se puede llegar a hacer un tanto asfixiante.

La guerra de precios es aún más cruenta que en otros escenarios, tirando precios hasta en un 30%. Las cifras hablan por sí solas: 2008 cerró con el cese de actividad de 93.000 autónomos y, sólo el mes pasado, otros 32.000 se sumaron a esa lista. Además, a esta caída de precios se suma otra dificultad: los retrasos en los pagos debido a la falta de liquidez de las empresas. Hay datos que asustan: Koldo Méndez, secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) de Euskadi, habla de que "el 30% de los indigentes, eran autónomos".

Recientemente, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, presentó a ATA y UPTA, esto es, las organizaciones estatales más representativas de los trabajadores autónomos, el Informe realizado por un Comité de Expertos sobre la prestación por cese de actividad para los trabajadores autónomos. En este informe, se ponían de manifiesto las condiciones bajo las cuales los autónomos gozarían de prestación de desempleo, algo inédito hasta la fecha. Fue una buena noticia, aunque Sebastián Reyna, secretario general de UPTA, llamó a la calma, asdvirtiendo que "no queremos crear una expectativa de que un autónomo podrá cobrar el desempleo en un periodo de dos o tres meses", puesto que aún habrá que superar cierto proceso legislativo. De hecho, lo más probable es que hasta 2011 no se empiece a cobrar la prestación.

Por ese lado, la situación del autónomo mejora, pero de otro, empeora dramáticamente. Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA), lo decía hace muy poco, indicando que "lo que probablemente ocurra ahora son más casos de situaciones irregulares. Personas que no coticen a la Seguridad Social. Las empresas se van a llenar de becarios y de personas a las que se pague por un trabajo concreto sin continuidad".

Alguna referencia al respecto hacía en el post de dignidad para la prensa, pero es extensible al resto de segmentos. Hay que tener en cuanta, como señala Amor, que "en los últimos años se han externalizado muchos servicios profesionales, pero en esta crisis no veo un avance de la figura del autónomo. Se recortan las plantillas y también los colaboradores". La calidad de los trabajos mengua, es lógico, puesto que aunque llenos de entusiasmo, los becarios no cuentan -ni se les puede exigir- la pericia, la profesionalidad que han ido fraguando los más antiguos con el paso de los años. Es labor de los consumidores reclamar esa calidad, ¿o es que estamos demasiado entretenidos para darnos cuenta de que quién nos vende el DVD no tiene ni idea de lo que habla, la noticia del periódico es incomprensible o el último arreglo del pantalón que llevamos a remendar -porque no tenemos dinero para uno nuevo- está hecho unos zorros?

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