
Ayer se sabía que el Parlamento francés rechazaba, por 21 votos a favor y 15 en contra, la ley que permitía desconectar a los usuarios de redes P2P. Los internautas no tardaron en hacerse eco de la noticia y de felicitarse, claro está. No hay que olvidar que cuando saltó la noticia, el temor se apoderó de los internautas. El caso más claro fue el sueco cuando la ley sueca introdujo la posibilidad de que autoriza los titulares del copyright pudieran recurrir a un tribunal para obligar al proveedor del servicio a desvelar la identidad tras una dirección IP, que supuestamente ha compartido archivos de forma ilegal. Eso debería ser delito...
¿Por qué prohibir que la gente comparta cultura sin ánimo de lucro? ¿No hay parcelas de la cultura, aún por resolver, más importantes que esa? Para empezar, la reconversión de todos sus modelos de negocio, muy ligado al mundo de Internet, en donde no han sabido/querido/podido avanzar todo lo que fuera deseable... Y el sector editorial, con el boom de los libros electrónicos que vamos a vivir este año, que no se confíe...
¿O qué será lo próximo, que si te dejo un libro y me ve un policía me denuncie porque estoy cometiendo piratería? ¿Pero de qué estamos hablando?
Especialmente interesante es la reflexión que hacen los chicos de OnServ. Pues eso.
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