Holmes, el detective nada elemental


Sherlock Holmes cuenta con varios hitos en el Libro Guinnes de los Récords, como ser el personaje más veces caracterizado en el cine, por más de 70 actores en más de 200 películas. Sus historias han sido traducidas a casi un centenar de idiomas y se imprimen cerca de cinco millones de libros sólo en Europa y Estados Unidos.

Sir Arthur Conan-Doyle escribió cuatro novelas y 56 relatos cortos sobre este investigador. La colección completa de estas 60 obras se conoce por los estudiosos como el Canon. El personaje, que apareció por vez primera en 1887 con Estudio en escarlata, estaba inspirado en la vida real, en los métodos analítico-deductivos de un científico forense de la Universidad de Edimburgo, llamado Joseph Bell. No obstante, el estudioso Michael Harrison sugería en la Ellery Queen's Mystery Magazine que el personaje estaba inspirado realmente en Wendell Scherer, un detective que asesoró a las autoridades en un sonado caso de asesinato en la Inglaterra en 1882.

Sea como fuere, esta primera historia se publicó en Beeton's Christmas Annual y Conan-Doyle, que cobró 25 libras esterlinas por los derechos, no podía imaginarse el fenómeno que acaba de crear. Tres años más tarde, Joseph Marshall Stoddart, director de la prestigiosa revista Lippincotts de Filadelfia, llegó a Londres con la intención de abrir la edición inglesa de la publicación. Invitó a cenar a Conan-Doyle y a Oscar Wilde en el Hotel Langham. El resultado sería la publicación de la segunda novela de Holmes, El signo de los cuatro, y la única novela de Wilde, El retrato de Dorian Gray. Pero sin duda, cuando el personaje ganó más popularidad fue tras las publicaciones en The Strand Magazine, a partir de 1891.

Primer tramo de los míticos 17 escalones (D.B.)
Sherlock Holmes terminaría devorando al propio Conan-Doyle que, incluso, trató de ponerle fin pero las protestas populares –llegaron a apedrear la redacción- le obligaron a interrumpir lo que los expertos llaman “el gran hiato”, es decir, el período de silencio de Holmes. Así, el resto de su prolífica obra, incluido su otro personaje de ficción, el profesor Challenger, no trascendió.

Además del Canon, existen cerca de 8.000 pastiches, esto es, obras escritas por terceros que toman al personaje como protagonista, ideando nuevos misterios para el investigador. Una cifra que sitúa la media de creación, desde la última historia original de Conan-Doyle en cerca de 100 títulos nuevos al año.

Su propio museo
El personaje cuenta con su propio museo en Londres, convertido en un reclamo turístico. Subir los 17 escalones que separan la planta baja del despacho compartido de Holmes y Watson es una cita ineludible para cualquier ‘holmesiano’.

Un policía victoriano custodia la entrada del museo en Londres (D.B.)
Se trata del primer museo del mundo dedicado a un personaje de ficción, una auténtica recreación de la casa descrita en la que vivía el detective junto a su compañero Watson y su ama de llaves, Mrs. Hudson. A pesar de que Doyle situaba esta casa en el 221B de Baker Street y esta calle, efectivamente, existe en Londres, hubo de cambiar la numeración de la calle para que la realidad se adaptase a la ficción. En el museo puede encontrarse cada pequeño detalle de la ‘iconografía holmesiana’, incluso, reproducciones de personajes y escenas de los casos.

Esta pasión por el personaje ha hecho que se creen sociedades por todo el mundo. En la actualidad existen cerca de 450 sociedades activas, con Estados Unidos y Japón a la cabeza. Los seguidores europeos se denominan ‘holmesianos’, mientras que los estadounidenses ‘sherlockianos’, tras una disputa por saber quién creo la primera sociedad.

El violín del detective (D.B.)
Estos aficionados, además de compartir todo tipo de objetos de coleccionismo, se reúnen regularmente en grupos de discusiones o recreaciones del personaje. Es el caso de Luis de Luis, de 45 años, que forma parte de la sociedad española Círculo Holmes (Barcelona, 1994) y que cuenta cómo “el tema de la próxima reunión será la música en Sherlock Holmes-, hacemos representaciones en hospitales, bibliotecas, o damos charlas allá donde se interesen por la obra”. Madrid también cuenta con otra sociedad, la Sociedad de Mendigos Aficionados (1993), que publica un boletín periódico llamado The Stranded.

Jabez Wilson, que es el ‘nombre canónico’ de Luis en Círculo Holmes inspirado en el protagonista de La liga de los pelirrojos –todos los miembros toman nombres de personajes del Canon- recuerda como su pasión por el personaje se despertó con la serie de la BBC protagonizada por Peter Cushing en la década de los 70. “La veíamos todas las noches de los viernes, con gran admiración; luego llegarían los libros y tebeos de Bruguera y cómic “El perro de los Baskerville” de la Marvel”, recuerda.

Jabez Wilson se sorprende al hablar de Holmes como si de veras hubiera existido. Y es que son muchos los que aún hoy creen que el detective realmente existió; de hecho, continúan recibiéndose cartas al 221B de Baker Street en Londres. Los holmesianos, por su parte, han creado El Gran Juego, esto es, imaginar que Watson existió, que realmente es el cronista –narra todas las historias, con la excepción de cuatro de ellas; dos son narradas por el propio Holmes y las otras dos en tercera persona-. Así se estudia la obra, surgen los cronologistas que trata de justificar fechas, de situar en el tiempo, etc.

Luis de Luis delante de la tienda 8 y medio de Madrid (D.B.)
Holmes y el cine 
La primera vez que Sherlock Holmes saltó a la pantalla fue en 1900, bajo el título “Sherlock Holmes desconcertado”; fue en esas primeras películas sonoras cuando se fraguó la frase “Elemental, querido Watson”, que jamás aparece en los relatos de Doyle. Desde entonces, las adaptaciones en la pequeña y la gran pantalla se han sucedido.

De la lista de ilustres actores que han encarnado el personaje (Jonathan Pryce, Rupert Everett, Christopher Lee, Christopher Plummer, Patrick Macnee…) destacan dos sobremanera: Jeremy Brett y Basil Rathbone. Para muchos, el primero es quien realmente supo meterse en la piel del personaje, tanto que tras protagonizar la serie de los Estudios Granada en la década de los 80, llegó a padecer una depresión maniaca. Muy diferente, en cambio, era el Holmes de Basil Rathbone en sus películas de los años 40; en algunas de ellas, incluso, haciendo pasar las nieblas del Washington de la II Guerra Mundial por la densa niebla del Londres victoriano. Se trataba de películas-propaganda contra la amenaza nazi.

Inconfundibles objetos asociados a Holmes (D.B.)
Más de un siglo después de las primeras películas de Holmes, Guy Ritchie ha estrenado en 2010 una cinta, con visos de secuelas, que no ha dejado indiferente a nadie. El largometraje está basado en una novela gráfica de Lionel Wigram y ha supuesto una revisión/adaptación del personaje a los nuevos tiempos, a la estética moderna del cine, habiendo conseguido despertar del letargo al personaje.

Entre la primera cinta y la de Ritchie, todo un abanico de adaptaciones: el prodigioso Billy Wilder nos regaló La vida privada de Sherlock Holmes (1970); Gene Wilder dirigió la comedia El hermano más listo Sherlock Holmes (1975); Steven Spieldberg produjo la efectista El secreto de la pirámide (1985), Ben Kingsley se convierte en el doctor Watson en Sin pistas (1988); o, más recientemente se han realizado animaciones vanguardistas como la serie Sherlock Holmes en el siglo XXII (1999-2001) y la adaptación del maestro japonés de la animación Hayao Miyazaki.

Uno de los homenajes más recientes al personaje puede encontrarse en la serie House, interpretada por el británico Hugh Laurie. En ella se pueden encontrar muchos paralelismos con el personaje de Doyle: House y Wilson como Holmes y Watson, la renuncia de los casos que no encuentra interesantes, la adicción a las drogas (Vicodina, en lugar de cocaína), el desprecio por las costumbres sociales, el apartamento 221B, o el empleo de la psicología en sus casos y cómo Wilson, como hacía Watson con Holmes, humaniza al personaje solitario e inadaptado de House.

(Reportaje en Interviú, marzo de 2010)
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