Aerolíneas quemadas por las cenizas

La naturaleza es caprichosa y no atiende a razones. Por eso, seguramente, el volcán que había permanecido dormido durante más de dos siglos ha decidido despertarse en plena crisis económica. Y lo ha hecho golpeando con pérdidas de unos 150 millones de euros al día, según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA).

Las aerolíneas no pueden esperar más, son demasiadas pérdidas. No sólo cuestionan la decisión por parte de de las autoridades a la hora de cerrar los espacios aéreos sino que este fin de semana han querido probar que volar es seguro.  Lufthansa, KLM, Aire France y Bristish Airways han volado -sin pasajeros- entre la ceniza volcánica para demostrarlo. En el caso de la alemana, con diez aviones de prueba, su portavoz ha declarado que "los aparatos han sido analizados y no presentan ningún daño, ni el menor rayón sobre los parabrisas de la cabina, sobre el fuselaje o en los motores".

Si se levanta la prohibición por presiones de las compañías aéreas, sin duda habrá que revisar y depurar responsabilidades por el caos generado, por todo el miedo infundido durante los pasados días. Por las pérdidas económicas que los pasajeros también sufren. Y es posible que se levante. Y si se hace, el viajero con billete que se niegue a volar perderá el dinero.

Y, como decía al principio, la naturaleza es caprichosa y no atiende a razones.Y la humana más. ¿Volarían ustedes entre las cenizas por mucho que unas compañías aéreas, asoladas por las pérdidas, aseguren que no existen riesgos? Yo no, lo admito y, aunque no tiene absolutamente nada que ver, menos aún con el accidente polaco aún en la retina. Es irracional, lo sé, pero mi instinto de supervivencia no atiende a razones.

Quizás, y sólo quizás, si todos los altos directivos de esas mismas compañías aéreas que dicen garantizar la seguridad volaran en un mismo avión entre las cenizas, me inspiraría más confianza.
Sólo quizás.
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