Integridad esquelética

El mismo día que descubrimos cómo un sacerdote de Valladolidad -¡nada menos!- le mandaba mensajes por Tuenti a una muchacha diciéndole "bellezón, estás tremenda", el Congreso de los Diputados clava la rodilla en el suelo ante el Vaticano. La proposición no de ley de IU-ICV de presentar una queja formal ante el Vaticano por las palabras del número dos del Papa, Tarcisio Bertone, cuando en su día equiparó la homosexualidad con la pederastia.

Coincidiendo con la presentación de un manual para actuar contra los abusos -el cura de Valladolidad no se lo ha debido leer-, Bertone aseguró que "no hay relación entre celibato y pederastia, pero muchos psiquiatras han demostrado que hay relación entre homosexualidad y pederastia". En aquella misma entrevista, el cardenal anunció que Ratzinger emprendería nuevas acciones para hacer frente a los abusos a menores por parte de sacerdotes. Pues ni una cosa ni, lamentablemente, otra.

¿Por qué la Mesa del Congreso rechaza interponer una queja formal ante lo que es una clarísima falta de respeto? ¿Por qué se llegaron a cambiar palabras en la proposición como "difamar" por "ofender" para no molestar a Bertone? ¿Es que él tiene más privilegios que un homosexual que no ha ofendido ni difamado a nadie? El valor, el verdadero valor se encuentra en los pequeños detalles y muchas veces este Gobierno nuestro lo olvida, dando muestras de una integridad esquelética.

¿Lo más sorprendente? Que en sus propias filas hay homosexuales. Ya cuando hice la serie de reportajes LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) quise hablar con un concejal del PP cuya tendencia sexual es por todos conocida, aunque no reconocida. En cuanto le dije a su secretario el motivo de la entrevista ni devolvió correos ni contestó llamadas. Lo dicho, pura integridad.
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