Calafell y El Vendrell legalizan el 'top manta'

Los manteros podrán vender sus productos sin temor al acoso policial en Calafell y El Vendrell (Tarragona, aunque en ésta última no se permitirá la venta de CDs-DVDs). La 'solución' a los entre 100 y 300 manteros que acuden a estas localidades catalanas en verano ha venido de la mano de asignación de zonas para la venta. Los alcaldes están hartos de las infructuosas persecuciones de la policía y han optado por una especie de regulación. Sin embargo, se trata de la regulación de un delito o, por decirlo de otro modo, de la legalización de un delito por pura perseverancia.

A todas luces parece un error, movido por una buena intención, pero un error en todo caso. El nuevo Código Penal prohibe la pena de cárcel para los manteros, siempre y cuando no supere el delito los 400 euros. Esa fue una buena solución, porque se trata de casos muy especiales por la dramática de la situación del vendedor; y la Audiencia Provincial de Valencia dio un buen ejemplo de sentencia hace unos días con la pena de trabajos comunitarios para un mantero.No hay que olvidar que no hace tanto tiempo que algún pobre inmigrante que optó por esta vía para ganarse la vida llegó a ser condenado a ocho años de cárcel, más de lo que algunos pagan por delitos de sangre.

Entonces, ¿cuál es la solución? Como siempre, escalar hacia arriba, ver quién comercia con las imitaciones de bolsos, perfumes o ropa y quién tuesta los CDs. Optar por las trabajos comunitarios es una buena solución. En el caso de los inmigrantes ilegales -que lo son la mayoría-, habría que estudiar su situación, dar un pequeño margen para ver si es posible regularizarla y, de no ser así, deportarles. Es duro, lo sé, pero es la única solución. Tal vez, se podría establecer una especie de bolsa de trabajo de ilegales, con un margen de tiempo muy concreto, de modo que si pasado ese plazo no han sido solicitados para ningún trabajo con papeles -respetando unos mínimos de sueldo, como si de un trabajador nacional se tratara- se optara por su regreso al país de origen.

¿Qué otras soluciones podrían ponerse en marcha?
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