Policías sádicos


Los antidisturbios temen lo peor: que el anciano del fondo se líe a pancartazos.
 Ayer pude vivir de primera mano el mal endémico de las Fuerzas de Seguridad, en concreto, de la Policía Nacional, durante la concentración prosaharaui en las inmediaciones del ministerio del Interior. Los tópicos siempre son tópicos por algo y hasta los policías municipales se refieren a los nacionales -sobre todo a los antidisturbios- como 'los nazis'. Una pena, porque el sadismo de muchos de estos miembros de la Policía Nacional termina por empañar al resto del cuerpo que actúa como es debido.

Durante la concentración de anoche sufrí en persona esa actitud chulesca de la policía, provocadora, incluso. Imaginen: un grupo pacífico de personas, formado sobre todo por mujeres y mayores, que tan sólo grita consignas. En frente, los policías, con esa incofundible postura, abiertos de piernas con las manos en la hebilla del cinturón. Más allá de los empujones desmedidos e, incluso, de las patadas por debajo de la pancarta, insultos y amenazas como "como me mires así te voy a arrancar la cabeza" o "que te folle un pez" parecen no ser propios de un policía al que nadie ha insultado, al que sólo le han preguntado "por qué se estáis empujando con tanta fuerza".

Y me da miedo. No puedo ni imaginarme lo que ayer mismo podría haber pasado si el grupo que se concentraba se hubiera exaltado más de la cuenta. Si hubiera sido un grupo de universitarios como hace tan sólo una semana sucedió en Londres.

El Policía Nacional suelta el puño sin motivo contra los participantes en la concentración.
El papel de la Policía es contener, pero eso no sólo se hace por la fuerza, como es su estilo; se hace mediando, con otro lenguaje corporal, otro lenguaje verbal. Tenían ustedes que haber visto la cara de felicidad de algunos de los Policías cuando les dieron la orden de ponerse el casco antidusturbio, como primer paso para empezar a 'repartir' palos. En lugar de lamentar que se hubiera llegado a ese extremo, la cara del policía que, por ejemplo, me propinó un codazo en la boca del estómago, decía a gritos "ya era hora, vamos a darles lo suyo". Si los prosaharauis no hubieran optado por levantar la sentada pacífica, sin duda la Policía habría arremetido violentamente contra todo el que se pusiera en su camino, mujer, joven o anciano.

Y eso me lleva a qué clase de exámenes psicológicos realizan a estos policías. Y me hace dudar si pasarían aquellos polémicos tests para los porteros de discoteca. Y creo, sinceramente, que muchos no. Y esos son los que nos han de defender. Qué miedo.
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