Un presidente sin principios, pero con fin

Rodríguez Zapatero se ha delatado hoy, en su comparencia en el marco de G-20, como un presidente sin principios. Al menos se ha posicionado, que ya es algo que se echaba en falta, pero decir que la prioridad son los intereses españoles y, por tanto, la relación de España con la dictadura marroquí, no es lo que cabe esperar de un gobierno honesto. Ni siquiera que luego añada, como un mero accesorio, que movilizará ayuda para los saharauis, puede arreglar el hecho de que, hoy por hoy, España se vende por un puñado de dirhams.

Los intereses de España deberían ser, por encima de todo, el respeto de los Derechos Humanos, más aún con quienes han sido ciudadanos españoles durante mucho tiempo. Porque a veces se nos olvida que muchos de los que hoy están siendo torturados, apaleados y expulsados de su tierra, conservan DNI español.

Y ni siquiera parece importarle ya a nuestro Gobierno que haya al menos un español muerto como consecuencia de la barbarie de la policía marroquí contra el 'Campamento de la libertad' o el maltrato que está recibiendo la prensa que tan sólo acude con el afán de contar la verdad. El Gobierno de España prefiere mirar a otro lado, no perder los recursos naturales que explota de los saharauis, ni los caladeros de pesca, ni esa falsa colaboración del gobierno marroquí en materia de drogas e inmigración. Todo a costa de un pueblo entero, el saharaui.

Y delatada la verdadera naturaleza de Zapatero y su gobierno en este asunto, uno se pregunta: ¿qué nos hace pensar que si se es deshonesto en una cosa tan importante, no se es en el resto? Y eso, inquieta. Mucho. Y eso es lo que presumiblemente sacará al PSOE de la Moncloa, lo que no necesariamente quiere decir la situación mejore, pero desde luego, es impensable que este Gobierno de moral esquelética continúe. Eso, nunca.

Mañana en la manifestación por un Sahara Libre, en Madrid, se lo gritaremos bien fuerte.

¡Sáhara Libre!

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