Marruecos se vuelve Libia

La 'reforma constituciones' de Mohamed VI
ayer en Casablanca (KARIM SELMAOUI (EFE)
Hace exactamente cuatro días, nos hacíamos eco del anuncio de una gran reforma constitucional por parte de Mohamed VI, en la que se llegaba a plantear la separación de poderes y la elección democrática de un primer ministro. La ministra Trinidad Jiménez no tardó en aplaudir el anuncio, en "felicitar a Marruecos por la decisión que ha tomado el rey de plantear una reforma constitucional de esta envergadura". Según nuestra ministra de Exteriores, "el asumir las demandas que la gente está planteando en la calle, el hacer un planteamiento de reformas políticas que conduzca a una mejor democracia y un mayor sistema de libertades, garantías y derechos, es una gran noticia, un momento de una enorme trascendencia". Nada dijo entonces Jiménez de que para el nombramiento 'democrático' de ese primer ministro, no se puede presentar cualquier partido, sólo los que sean del gusto del dictador alauita.

Pues bien, hoy amenecemos con dos titulares: mientras uno hace referencia a la gira de Jiménez por el norte de África, lanzando enhorabuenas a pueblos como el egipcio por haber conseguido "de forma pacífica, contundente y emocionante, abrir un proceso revolucionario pidiendo, democracia, derechos y libertades" -lo que viene haciendo desde hace años el pueblo saharaui-; otro nos habla de nuevas represiones violentas por parte del Gobierno marroquí.

Mohamed VI ha reducido a golpe de porra la primera manifestación pacífica que islamistas e izquierdistas intentaron llevar a cabo este domingo en Casablanca, saldándose con una veintena de personas heridas y 130 detenidas -pobres éstos últimos, más incluso que los heridos, porque a buen seguro serán terriblemente torturados-. La manifestación  tan sólo exigia "una Constitución democrática" y una "monarquía parlamentaria". Según los chacales de Mohamed VI, la manifestación no había sido autorizada y los participantes "atacaron a las fuerzas del orden".

Mohamed VI acaba de dar su primer paso en falso. Hasta ahora, si algo había valorado la Comunidad Internacional -también para ayudar a limpiar su mala conciencia- era que el régimen marroquí no había arremetido contra manifestaciones como las del pasado 20 de febrero. Eso le diferenciaba de procesos, de revoluciones sociales como las Túnez, Egipto o Libia, en donde se recurrió a la violencia para tratar de apagar desesperadamente las revoluciones sociales. Ahora, Mohamed VI se ha convertido de golpe -y a golpes- en un Ben Ali, un Mubarak o un Gadafi o, por decirlo de un modo más cercano a la realidad, se ha quitado la máscara.

Sólo hace falta que la Comunidad Internacional -y Jiménez es una de sus voces- aprenda de sus errores, no se posicione demasiado tarde del lado del pueblo marroquí y no prolongue por más tiempo una política instrumentalizadora en Marruecos, sin importar un ápice el respeto por los Derechos Humanos. Asumido eso, habrá que hacerse otra pregunta: Los pueblos del norte de África han dado muestras de estar preparados para la Democracia pero, ¿estamos nosotros preparados para que se consoliden todas estas democracias islamistas?

No tardaremos en saberlo. Por lo pronto, ahora no estamos a la altura, más bien al contrario.
Next Post Previous Post

Sin comentarios