Decálogo del buen gobernante

1.- Es elegido a través de un sistema democrático -si es con listas abiertas, mejor- que otorga una representatividad real según el número de votos que recibe.

2.- Sirve al pueblo soberano que le ha elegido y no a intereses particulares.

3.- Sus principios básicos son la honestidad, la transparencia, el bien público, la libertad y la igualdad.

4.- Cumple su programa electoral y, en caso de no cumplir ciertos puntos, así lo indica en el programa de las siguientes elecciones.

5.- No permite que los mercados (empresarios y banca) se hagan con las riendas del país.

6.- Aplaude las iniciativas positivas de cualquier partido de la oposición, admitiendo sus propios errores.

7.- Nunca vive por encima del nivel del ciudadano medio, pues éste representa a la generalidad del país al que gobierna (y que le paga).

8.- Predica con el ejemplo, aplicándose en primer lugar cualquier medida impopular antes que a la ciudadanía.

9.- No antepone la diplomacia a la honestidad y al respeto de los Derechos Humanos.

10.- Cuando cesa su actividad política, cotiza y se jubila como cualquier ciudadano medio, renunciando a pensiones vitalicias o cualquier otro privilegio.

Si usted conoce a un político que cumpla el decálogo, que no haya mentido a su pueblo, que no confeccione sus listas cerradas de acuerdo a sus intereses y no a los del ciudadano -sobre todo si antes hubo Primarias de partido-, que no privatice para regalar gestiones millonarias a sus amigotes, que se compre sus propios trajes, que no vuele en primera clase y además presuma de ello, que no se codeé con los grandes empresarios que al finalizar su carrera política le darán trabajo de consejero, que no sean oportunistas subiéndose a carros que no les corresponden, que se mantenga recto en sus principios con la honestidad como bandera, entonces, sólo entonces, vótele...

...y si no... ¿qué hará?
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