Strauss-Kahn, el FMI y la violación de la justicia

Que el 57% de los franceses crea que su gran esperanza socialista ha sido víctima de un complot dice poco en su favor, sobre todo después del giro copernicano que ha dado la defensa de Strauss-Kahn y éste haya pasado a negar los hechos -con la coartada de su hija- ha admitir que hubo sexo consentido. En ese mismo momento, se esfuma buena parte de su presunción de inocencia; así de tajante, porque la mentira se constata por sí sola con su mero testimonio, sin necesidad de aportar ningún otro elemento probatorio.

Y por las mismas, es legítimo pensar no sólo en su dimisión del FMI sino, además, en su sucesión, al margen -sin restar un ápice de importancia- de valoraciones positivas y ganancia de crédito de la camarera denunciante. Por eso, mal que le pese al primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean Claude-Juncker, hay que darse una vuelta por los candidatos con más posibilidades. A saber: 
  1. Christine Lagarde, ministra de Finanzas de Francia.
  2. Kemal Dervis, ex ministro de Economía de Turquia y actual director del Programa de Economía Global en la Brookings Institution de Washington.
  3. Agustín Casrtens, gobernador del Banco Central de Méjico.
  4. Gordon Brown, ex primer ministro británico.
  5. Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia.
  6. Montek Singh Ahluwalia, vicepresidente de la Comisión de Planificación de India.
  7. Shri S Sridhar, gobernador del Banco Central de India.
  8. Stanley Fischer, gobernador del Banco de Israel.
  9. Tharman Shanmugaratnam, ministro de Finanzas de Singapur.
  10. Trevor Manuel, ministro de Finanzas de Sudáfrica.
  11. Mohamed A. El-Erian, presidente de la empresa Pimco.
Europa, una vez más, tratará de imponer un candidato del Viejo Continente, cerrando el paso a los países emergentes. La mala gestión del FMI a manos de los europeos, de los países supuestamente desarrollados, se ha evidenciado más que nunca con la crisis que nos asola. ¿Por qué no dar una oportunidad a las economías emergentes? Quizás no sea una buena noticia para intereses europeos particulares pero sí para los globales. Ese sentimiento de posesión, del bien propio a todo costa frente al común es lo que nos ha llevado a esta situación. Y si Strauss-Kahn podría ser culpable de una violación, el FMI también, de una violación al sentido común y de la justicia.

El nombramiento al frente del FMI de una representante sudafricano o indio, por ejemplo, podría dar la vuelta a un organismo que a todas luces es clasista y, en cierto modo, lastrante. Así se puso de manifiesto en la última reforma de cuotas, aprobada en 2008, pero no ejecutada hasta este mismo año. Un sistema que ningunea el poder de las economías llamadas a liderar el crecimiento mundial y, quizás, a contribuir mucho más a la igualdad de lo que históricamente se ha venido haciendo. En su comunicado oficial, un pomposo FMI hablabla de aumentos de cuotas de un 106% para Corea, un 63% para Singapur, un 51% para Turquía, un 50% para China; o un 40% para India, Brasil o México. Suena bien, ¿verdad? Pero es imagine cuál era su representatividad anterior si después de esas subidas Brasil cuenta con una cuota del 1,79% o India un 2,45%, frente a EEUU con un 17,75%, Japón con un 6,58% o Alemania con un 6,14%. España, por cierto, disfruta de una cuota del 1,70%.

Lo admito, temo a China y su régimen que, en el fondo, todo Occidente hemos alimentado, pero dejando miedos aparte, ¿cómo es posible que la segunda economía del mundo esté por debajo en representatividad en el FMI de países como Francia, que está tres puestos por detrás en el ránking de economías del mundo? El caso de Brasil -que me es mucho más grato, siendo francos- también es sangrante: en el FMI está siendo superado por países como Holanda, a los que literalmente dobla como economía.

Soy de letras, pero no crea que ése sea esta vez el motivo por el que no me salen los números. ¿Le salen a usted?
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