La pieza que firma hoy María Jesús Güemes acerca
de la visita oficial de Rajoy a Marruecos es, sencillamente, magistral.
No se la pierdan. Tanto nuestro presidente del Gobierno como Mohamed VI
tendrán que tragar sapos y culebras a cambio de dinero. Eso tiene un
nombre, que cada uno lo defina como quiera, pero la realidad es que
quienes aplauden esta manera de hacer política no hacen otra cosa que
firmar nuestra propia sentencia de muerte, no ya moral, sino vital.
Lo hemos visto con los acuerdos de pesca cancelados, que se han
llevado por delante la economía de unos pesacadores a los que, por otro
lado, nunca les importó a quién pertenecía realmente el pescado que
estaban capturando, los recursos que estaban esquilmando. Ahora, Rajoy
obviará su propio programa electoral -de qué nos sorprendemos- y tratará
de reencauzar la situación sin pensar en el pueblo saharaui. “Apoyamos
el proceso de negociaciones entre las partes, patrocinado por Naciones
Unidas, con vistas a lograr una solución conforme con las resoluciones
del Consejo de Seguridad y el derecho internacional y a la
responsabilidad histórica de España”. Ese es su programa y sólo la parte de “conforme al derecho internacional”
es suficiente para que se exija a Marruecos que abandone la ocupación
ilegal que realiza en el Sáhara Occidental y, desde luego, para no sacar
partido de esa ilegalidad, como de hecho está haciendo España.
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