El Guantánamo español

Es un asunto no suele ocupar espacio mucho en los medios, menos aún en los más conservadores, fieles a la máxima de "primero la patria España y luego el resto". Sin embargo, múltiples ONGs y organizaciones en defensa de los DDHH acumulan una pila de gestiones, de denuncias interpuestas a las que el Gobierno sólo ha respondido con medidas cosméticas. A finales de enero, el ministro del Interior anunció la regulación de estos CIE, que se encuentran en la actualidad en un limbo legal, pero no se ha movido ficha. Y mientras los hace, mientras delegadas de Gobierno como la catalana María Llanos de Luna ocultan las violaciones que se producen en estos centros de represión, España seguirá en la lista de países que torturan, bajo la aprobación de ese club selecto de la Unión Europea (UE), que aplaude el modelo.

Entretanto, iniciativas populares de recogidas de firmas, manifestaciones y denuncias de todo tipo contra esta violación sistemática de derechos y libertades, contra centros que hacinan a los internos -que no son presos, ojo-, con ocho personas por habitación, sin baño y sin enfermería, como sucede en el Centro de Aluche, en el que ya se han producido muertes.

¿Qué tipo de democracia tenemos si nuestro Gobierno -el PSOE también lo hizo- defiende, oculta y protege estos centros penitenciarios encubiertos, que encierran y maltratan a inmigrantes que no han cometido ningún delito, detenidos en redadas ilegales con criterios raciales?

Todos los españoles deberíamos pensar en ello, aunque sea egoístamente porque nos encontramos en un momento en el que buena parte de nosotros volvemos a ser emigrantes. Merece la pena leer los testimonios de inmigrantes en el informe 'Voces desde y contra los CIE'.