España intervenida

Nadie se cree las cuentas de Rajoy, pero por diferentes motivos. La ciudadanía por considerarlos injustos, insolidarios y cortoplacistas; la UE y el BCE porque quieren aun mayor recortazo; y los mercados porque no ven factibles salir de la crisis sin estimular el crecimiento de ninguna manera -estos presupuestos, de hecho, tienen el efecto contrario.

Nos encomendamos a la UE como única salvación de la crisis, habiéndonos convertido en un país intervenido de facto. No sólo es herencia del PSOE -que nos dió a todos la puntilla, de eso no cabe duda-, sino también de Aznar, cuyo Gobierno fue el que más hinchó la burbuja inmobiliaria. Seguir los dictados de la UE visto lo visto -incluso aplaude la amnistía fiscal- significa más miseria para el pueblo. Quizás es hora de preguntarse si, puestos a pasar calamidades, no sería preferible hacerlo por cuenta propia, sin la bota de nadie en nuestro cuello. Quizás es hora de marcar nuestro ritmo y nuestros plazos, sin pensar en contentar la voracidad de los mercados. Retomando el símil que usan los políticos al comparar la economía nacional con la doméstica, cuando una familia no tiene para comer no paga las cuotas por ser socio de un club, ni siquiera cuando éste le da supuesta protección (más que a un club se parece a una banda criminal que extorsiona con impuesto de protección).

La intervención de Europa en España y la sumisión de nuestros Gobiernos está desembocando en un descontento popular, en una frustración sin igual. Sus medidas beneficiando a la élite ecónomica, a la Iglesia y la Corona en lugar de al pueblo llano comienzan a generar la furia de la ciudadanía que, tras haber realizado sucesivos intentos de transmitir su malestar al Gobierno y ser ninguneado por éste, quizás dé una vuelta más de tuerca.

Y si eso pasa, ni Europa ni los mercados acudirán al rescate del Gobierno. Ni siquiera esa élite tan protegida, que lo único que hará es presionar a Rajoy para que responda con dureza. Pero no podrá, porque cuando la revolución es tan contagiosa y te supera tanto en número, ni todas las fuerzas opresoras de que dispone el Gobierno podrán pararla. Y entonces, quizás, a Rajoy le pese no haber pensado en el pueblo, sino en su España, que no es la nuestra.