Monarquía de mal gusto

Este fin de semana ha sido especialmente triste para nuestra llamada democracia'. Si el sábado el país desayunaba con la decepción que supone que mientras el país se hunde, el rey se pega la vida padre, ayer pudimos asistir una vez más a la calaña de nuestra clase política.

No parece de recibo que tanto Gobierno como principal partido de la oposición guarden silencio sobre el viaje del rey. Sencillamente, no es honesto, porque supone anteponer las instituciones al pueblo soberano, a la democracia misma. En este país parece tabú cuestionar al rey, pero en los últimos tiempos éste se merece más críticas que aplausos, incluso, para sus defensores. Su hipocresía no parece tener límites: ¿habrá podido dormir en Bostwana o allí también le quita el sueño el paro juvenil? ¿Renunciará a su cargo en Adena-WWF o cree que es compatible con matar a animales en peligro de extinción?

No sorprende ver al PP -y sus medios afines, como ABC que ni siquiere permite comentarios en la noticias sobre el rey cazador- defender a capa y espada a la monarquía, pero escuchar a Elena Valenciano reprochar a Tomás Gómez que haya sido el único honesto en el PSOE es grotesco. Izquierda Unida, en cambio, mantuvo su coherencia y no dudó en lanzar críticas a la ética del monarca. Como también lo hizo buena parte de la prensa internacional (en la foto, Paris Match hablando de primavera podrida en la Corona española) para vergüenza de la Marca España que quiere promover Rajoy, aún acosta de la ciudadanía.

Hoy por hoy, defender la monarquía comienza a ser de mal gusto... como poco.
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