La mafia es la leche

No puedo decir que la reacción de la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en torno a la multa que ha impuesto la CNMC a la industria láctea me haya sorprendido. Representa a la perfección el espíritu de este Gobierno, que ha se ha convertido en el alumno más aplicado de las lecciones de Merkel. En ese sentido, tampoco me ha sorprendido la hipocresía que destilan en Bruselas, desde donde se abronca a España por nuestros índices de pobreza y desigualdad que, precisamente, sus medidas han propiciado.

El caso es que Tejerina no teme por los cerca de 17.000 ganaderos lácteos, por los productores a los que se está pagando el litro de leche por debajo de los costes de producción. No, ella teme por Danone (23,2 millones), Corporación Alimentaria Peñasanta (21,8 millones), Grupo Lactalis Iberia (11,6 millones), Nestlé España (10,6 millones), Puleva Food (10,2 millones), Calidad Pascual (8,5 millones), Senoble Ibérica (929.644 euros), Central Lechera Asturiana (698.477 euros), Gremio de Industrias Lácteas de Cataluña (200.000 euros), Asociación de Empresas Lácteas de Galicia (100.000 euros) y Central Lechera de Galicia (53.310 euros), que son las que supuestamente han pactado los precios para enriquecerse más... sin olvidar a Industrias Lácteas Asturianas (ILAS), Leche Río, Feiraco, Leche Celta, Forlactaria, que no han sido multadas porque, a pesar de que el daño en el consumidor y productores aún se siente, el delito habría prescrito. 

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