Troika, Rajoy... por sus actos los conoceréis

Lo cierto es que si tuviéramos dirigientes de calidad, tendría que resultar mucho más complicado escribir una columna con la que tirar por los suelos sus propuestas. Para poder dejarles en evidencia, uno debería articular una complicada argumentación con la que, en el plano de la intelectualidad, enfrentara sus presupuestos políticos. No es el caso: basta una sencilla frase y se evidencia la pobredumbre democrática que se extiende por toda Europa... a pesar de los europeos.

Este fin de semana hemos visto cómo la Europa más rancia, la que planeó y ejecutó el golpe de Estado neoliberal que ha supuesto esta crisis estafa en el continente, arremetía con dureza contra Tsipras por el único hecho de haber querido consultar con su pueblo la aceptación o no de unas medidas que pueden terminar por destruir el país. 

Una urna, para personajes como Rajoy o Merkel es lo más parecido que existe a una trituradora de papel: en cuanto se computa el voto, las cuchillas afiladas de la máquina lo trituran hasta dejarlo en su mínima expresión. Ese es el concepto que tienen de la democracia, el que les lleva a imponer unas medidas a sabiendas de que el pueblo sobre el que las imponen no las quiere aceptar, a sabiendas de que la situación de esa ciudadanía no es fruto de sus acciones, sino de quienes les gobernaron y de una Unión Europea que miró para otro lado cuando le convenía.

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