¿Se imaginan un coche en el que las piezas del motor estuvieran
repartidan por el vehículo? Cuando hablamos de un motor de combustión,
como el que tienen en sus entrañas los coches alimentados por gasolina o
diésel, es imposible pero ¿qué sucede con un vehículo eléctrico? Pues,
sencillamente, que es posible. Así lo concibieron los expertos en el proyecto EUNICE, liderado y coordinado durante cuatro años desde Euskadi por Tecnalia.
Hasta la fecha, el diseño de los vehículos eléctricos han venido siguiendo
los mismos pasos que los convencionales, en gran parte, porque
prácticamente eran coches reconvertidos. Un ejemplo de ello es el hecho
de que el accionamiento eléctrico se instalaba en el mismo espacio en el
que se venía montando el motor de combustión. Sin embargo, la que será la tercera generación de coches eléctricos, es decir, los que nacen eléctricos desde el principio, presentarán características bien distintas, aportando consigo importantes mejoras.
En el caso concreto de EUNICE, llega lo que han denominado motor-en-rueda
que, por un lado aprovecha la elevada densidad del motor eléctrico
(muchos caballos en muy poco espacio) y, por otro, la posibilidad de
distribuir sus componentes a lo largo de la estructura del coche. La
idea básica, como explica Alberto Peña, director de Automoción de
Tecnalia, "es llevar el motor, la reductora y los inversores a las ruedas delanteras, mientras que las baterías van sujetas a la plataforma, entre los ejes delantero y trasero".
Son
varias las ventajas de este nuevo esquema. En primer lugar, permite al
diseñador del habitáculo aprovechar mucho más los espacios, disponiendo
de huecos para maletero tanto delante como atrás, más espacio para
carga, pasajeros, etc.
Además, y ésta es quizás la otra ventaja más destacada, "puedes controlar el par delantero individualmente",
apunta Peña, lo que supone actuar de manera independiente en cada una
de las ruedas. A efectos prácticos, es manejarlas como si se tratara de
una silla de ruedas, en la que giramos más o menos una de las dos ruedas
en función de la dirección deseada.
De cara al conductor, el proceso no resulta nada complejo, porque depende de la programación -"está controlado electrónicamente"- y únicamente ha de preocuparse de conducir normalmente, precisa el director de Automoción de Tecnalia. Eso sí, la programación es flexible y permite dotarla de funciones más fiables, conducción deportiva, etc.; en suma, un vehículo mucho más manejable.
Estos
días el nuevo vehículo con motor-en-rueda está siendo probado en
Suecia, en el circuito de uno de los 13 socios que han participado en el
proyecto (GKN), para someterlo a condiciones extremas y ver su
respuesta. Este ha sido, según subraya Peña, una de las claves del éxito
del proyecto: "haber podido contar con empresas especialistas de primer nivel en cada uno de los componentes que entran en juego".
Esto de la tecnología se está aprovechando al máximo, desde los autos que mencionas en tu artículo, hasta los hogares intelgentes...
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