Lo sucedido en Venezuela sólo tiene un nombre: Golpe de Estado. Quienes lo defienden, ni siquiera entran a considerar si es un golpe justificado o no, sencillamente lo niegan. Esa manipulación de los hechos, esa calurosa bienvenida que le dan a la injerencia en su política interior de países como EEUU o Brasil -que hicieron público su pacto para ello a principios de año-, hacen saltar las alarmas sobre si la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente es la mejor salida para el aparente callejón sin salida de Venezuela.
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