El problema no es Laya, es Marruecos

Tras la remodelación de gobierno anunciada este fin de semana, he leído que el relevo de Arancha González Laya es una suerte de sanción por la gestión que ha realizado con Marruecos. Algunos análisis, incluso, van más allá y afirman que es un gesto de debilidad ante el régimen de Mohamed VI, una manera de contentar los caprichos del monarca alauita. Pareciera que González Laya hubiera enfrentado las continuas provocaciones y deslealtades de Marruecos cuando, en realidad, ha sido una de las titulares de Exteriores más sumisas con el vecino del sur.

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