El PP franquicia sus campañas electorales

 Salvador Sas / EFE

Estamos apenas a un mes de las elecciones gallegas y Alberto Núñez Feijóo tiene claro que hay que nacionalizar la campaña electoral. Ya lo hizo el año pasado con el resto de las autonómicas, tiñendo de azul el mapa. ¿Por qué no volver a intentarlo, especialmente ahora que la crisis de los pellets ha vuelto a evidenciar las carencias de Alfonso Rueda como presidente de la Xunta? Galicia tendrá poca presencia en sus propias elecciones autonómicas en las que, incluso, Feijóo ya ha encajado la posibilidad de indultos a presos de ETA.

La política nacional debería quedarse a un lado cuando lo que está en juego es el gobierno de una región. Son vasos comunicantes, qué duda cabe, y por ello no ha de obviarse, pero la diferencia entre tener presencia y ser protagonista ha desaparecido. El PP ha optado por franquiciar sus campañas electorales, de modo que desarrolla la misma en Galicia, Andalucía o Castilla y León. Cambia la ornamentación, con alguna bandera autonómica entre las enseñas nacionales, y algún que otro vocero, porque incluso a éstos los pasea en una suerte de gira del odio a Pedro Sánchez.

Han quedado atrás las últimas elecciones gallegas de Feijóo en las que huía tanto de la política nacional que hasta se sacudía las siglas de su propio partido, eliminando cualquier presencia del PP en la cartelería electoral. Ahora, en cambio, quiere ser más PP que nunca… que para eso intenta presidirlo. La nacionalización de las campañas tienen un doble beneficio para los de Génova 13: por un lado, aprovecha el clima de crispación que se siente por los cuatro costados de España y, por otro, favorece la ocultación de la gestión del PP en Galicia, especialmente en plena crisis medioambiental en la que, incluso, los trabajadores de la televisión autonómica han denunciado públicamente la manipulación informativa.

Asumido el franquiciado de la campaña electoral, Feijóo ha dado un giro de rosca innecesario, pero demasiado tentador para quienes llevan años instrumentalizando el dolor provocado por el terrorismo: sugerir que el Gobierno de España indultará a presos de ETA. Jugar la baza del terrorismo para el PP es tirar de su comodín preferido, máxime en el mismo año en el que también se celebran elecciones vascas. Sin embargo, ¿qué sustento real tiene Feijóo para lanzar esa afirmación? Absolutamente ninguno, pero vale todo para el partido que hoy copa diversas portadas nacionales por el modo en que, bajo el gobierno de Mariano Rajoy, sus cloacas del Estado coaccionaron, manipularon y realizaron todo tipo de malas prácticas para ocultar su propia corrupción y atacar a independentistas.

Como sucede en las grandes ciudades con las franquicias de tiendas de moda y hostelería, franquiciar las campañas electorales termina con la identidad autonómica. Desarrollar exactamente la misma campaña, independientemente de la región en la que se acuda a las urnas, es tremendamente perjudicial para la ciudadanía. Inventar indultos a presos de ETA no resolverá la tragedia medio ambiental de los pellets, ni revertirá los recortes en la Sanidad Pública gallega, ni impedirá la incesante fuga de talento gallego porque se mercantiliza y subasta la riqueza de la región al mejor postor.

El electorado no debería conformarse con escuchar lo que sus políticos solo le quieren contar. Es preciso revertir los papeles y que la clase política responda, antes y después de llegar al poder, a las necesidades, inquietudes y deseos de las personas que les conceden el honor y privilegio de gobernar.

(Artículo en Público)

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