Detergente LGTBIQ+
Aunque el próximo 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+, en Andalucía llevamos todo el mes con actos, con el Pride 2025 de Torremolinos como buque insignia. Pese a logros conseguidos, quedan batallas por ganar. Obvio que hay que tumbar la histórica discriminación y los delitos de odio que siguen a la orden del día; pero también nuevos desafíos que han ido surgiendo, amenazas que ansían apropiarse ilegítimamente del colectivo y sus siglas, al que el PSOE, incluso, le quiere birlar algunas.
No es un año cualquiera, ni para Pride Torremolinos, que durante mucho tiempo se ha considerado capital andaluza LGTBIQ+ y ahora celebra sus diez años, ni para el colectivo, que ve cómo este año se cumplen dos décadas de la entrada en vigor del matrimonio igualitario en España. Sin embargo, el pasado mayo se produjeron dos agresiones homófobas en Torremolinos y este mes el Tribunal Superior de Andalucía consideró que atacar al grito de "maricones de mierda, os vamos a matar" durante la Feria de Abril no es homófobo. Andalucía está en puestos de cabeza en España en el ranking de denuncias por delitos de odio por la orientación sexual o identidad de género.
En este escenario, cuando llegan las celebraciones del Orgullo LGTBIQ+, le surgen a uno un cúmulo de suspicacias, en gran parte sostenidas por personas que saben mucho más que yo. Si hace muchos años me inspiraba Shangay Lily y su espacio Palabra de Artivista en este mismo medio, ahora lo hace Paco Tomás, que precisamente el otro día escribía una demoledora columna titulada Nos están robando el Orgullo LGTBIQ+.
“Mientras unos nos desprecian, otros nos usan”, afirmaba Tomás en su artículo y qué razón tiene, oiga. Bajo el radar de los medios más centralistas que sólo prestan atención a las celebraciones de capitales de provincia andaluzas, han ido surgiendo otras en municipios más pequeños detrás de las cuales no parece haber un genuino interés en visibilizar los derechos del colectivo LGTBIQ+.
Ayuntamientos gobernados por el PP han visto que Pride Torremolinos es una máquina de hacer dinero, como sucede con el Orgullo de Madrid, capaz de reunir a más personas que cualquier Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con el Papa, para desconsuelo de Abogados Cristianos, Hazte Oír y demás huestes ultras. Con ese espíritu han alumbrado Galas de la Diversidad con un doble fin: por un lado, hacer caja y, por otro, lavar la cara a una gestión municipal que durante el resto del año poco o nada hace en defensa de los derechos LGTBIQ+.
Sin embargo, esta suerte de detergente que emplean las derechas no consiguen el blanqueamiento perseguido; sencillamente, hay manchas que no salen. Es superior a ellos: estos alcaldes no pueden evitar que aflore su instinto de Tío Gilito pero, al mismo tiempo, les resulta imposible que no se perciba su incomodidad por rodearse de maricas, boyeras o travelos… Así que, en la medida de lo posible, agendan otros asuntos dejando la representación municipal a la concejala de turno. Es la misma incomodidad que les lleva a no condenar actos homófobos o que cortan de raíz iniciativas de sensibilización en los institutos, porque a sus ojos explicitar que cada uno ya no sólo ame, sino que disfrute de follar sin amar con quien o quienes quiera es una perversión.
El lenguaje importa, vaya que sí importa, y estos municipios que se suben a la carroza del Orgullo camuflan sus actividades con palabras como “diversidad”, vaciándola de contenido y borrando cuanto pueden las siglas LGTBIQ+. Tal es la apropiación ilegítima, que incluso hay municipios andaluces que en alguna ocasión han incorporado la ‘H’ de heterosexual en los actos del Orgullo. Con ese subterfugio de la diversidad, adulteran el espíritu de unos actos que persiguen celebrar y seguir reivindicando los derechos de un colectivo para que no sean menos que esos heterosexuales. Se trata de una estrategia idéntica a la que siguen las derechas de PP y Vox con la violencia de género, intoxicando la causa con iniciativas como el centro para hombres víctimas de violencia sexual de Isabel Díaz Ayuso.
Al resquemor que ya provocaba la innegable mercantilización de este mes de celebraciones se suma ahora, como dice Paco Tomás, que “nos están robando el Orgullo LGTBIQ+ en nuestra puta cara”. Una cosa es que el PP se apropie del People have the power, de Patti Smith y Fred ‘Sonic’ Smith para sus mítines –que ya escuece- y otra mucho más grave que intente hacerse con esta reivindicación festiva que ni siente ni comparte.
(Artículo en Público)
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