La ONU se pega un tiro en el pie legitimando la ocupación ilegal del Sáhara Occidental

 

Finalmente ha sucedido lo que temía cualquiera que a estas alturas aun conserve un mínimo de fe en el Derecho Internacional: el Consejo de Seguridad ha aprobado el proyecto de resolución sobre el Sáhara Occidental presentado por EEUU por el cual la base de negociación debe ser el plan de autonomía propuesto por Marruecos en 2007. Es una infamia que vulnera los propios principios sobre los que se fundaron las Naciones Unidas y evidencia que se ha roto la baraja: Donald Trump ha conseguido borrar las mínimas normas de convivencia establecidas en el orden mundial.

Trump ha conseguido hacer valer sus intereses geopolíticos y comerciales sobre los derechos fundamentales del pueblo saharaui. Y lo ha hecho, además, en el organismo que lleva meses desprestigiando, asfixiando económicamente e, incluso, sugiriendo su desaparición: la ONU. Con 11 votos a favor y 3 abstenciones, así como la negativa a participar en la votación de Argelia, la resolución toma el plan de autonomía de Marruecos como la base para tratar de resolver este conflicto, iniciado hace medios siglo cuando Marruecos invadió ilegalmente el Sáhara Occidental, bombardeando con napalm y fósforo blanco a la población civil saharaui. Inexplicablemente, ahora el Consejo de Seguridad se posiciona del lado de quien cometió aquellas atrocidades que, posteriormente, ha extendido durante 50 años tal y como han documentado periodistas, activistas y organizaciones de derechos humanos.

De los 10 miembros no permanentes del Consejo de Seguridad han votado a favor Dinamarca, Eslovenia, Grecia, Guayana, Panamá, República de Corea, Sierra Leona y Somalia; y Pakistán ha optado por la abstención. Argelia, como cité antes, se ha negado a participar en este escándalo. Entre los 5 miembros permanentes, han votado a favor EEUU, Reino Unido y Francia, mientras que Rusia y China se han abstenido.

Durante las últimas semanas se habían producido intensas negociaciones de algo, por otro lado, que no debería dar lugar a discusión: una fuerza ocupante que lleva 50 años cometiendo crímenes de lesa humanidad jamás debería ver legitimada por la ONU su invasión ilegal. Sin embargo, tras la resolución de anoche, así ha sido.

Escuchar a portavoces de países como Dinamarca o Eslovenia decir ahora que no están reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental es, cuanto menos, obsceno. Sobre el papel, efectivamente, el texto de la resolución no lo dice explícitamente, pero tomar el plan de autonomía de Marruecos como base para el fin del conflicto lo hace implícitamente. Es el mismo plan que el PSOE apoya en España con la oposición frontal de parte del Gobierno y de todo el arco parlamentario. El mismo plan que presentó Mohamed VI en 2007 en apenas tres folios y que ni siquiera se ha molestado en desarrollar desde entonces.

El hecho de que China y Rusia hayan renunciado a su derecho de veto, dando así la espalda al pueblo saharaui y a la legalidad internacional responde a intereses particulares. En el caso de China, que hace unos días recibió la visita de Trump, ya hemos visto una relajación de sus relaciones comerciales. En el caso de Rusia, todas las miradas se dirigen ahora a Ucrania, donde a buen seguro veremos a EEUU imponer, como ha hecho en el Sáhara Occidental y en Palestina, la legitimación de la fuerza ocupante. Al tiempo.

Un anciano saharaui con un cartel en contra del plan de autonomía | Salama Dadah
 

¿Por qué llevo apuntado durante todo el artículo que esta nueva resolución se da de bruces con la legalidad internacional? Porque además de ser contraria anteriores resoluciones de la ONU, pisotea la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia de 16 de octubre de 1975, en la que se reconocía la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental.

Cuando el criminal de guerra de facto, José María Aznar, afirmó que lo que sucediera en Gaza marcaría el rumbo del orden mundial tenía razón, aunque no por los motivos que esgrimió. El hacedor de guerras inventadas sostuvo que de reconocer Palestina, la islamización de Europa sería inminente. En absoluto. Lo que ha sucedido es que EEUU se ha puesto al lado del Estado genocida de Israel, validando otra ocupación ilegal ante la complicidad de Europa. Eso ha cambiado el orden mundial, porque se ha dejado que sea Washington quien sea juez y parte de cuanto sucede en el mundo, pisoteando impunemente el derecho internacional.

Ahora, con el Sáhara Occidental, sucede exactamente lo mismo. La resolución del Consejo de Seguridad, que en ningún momento ha contado con el pueblo saharaui al que quiere forzar a negociar sobre una solución ya impuesta, es un tiro en el pie de las Naciones Unidas. El organismo internacional se ha quedado obsoleto, lleva décadas pidiendo una reforma estructural como agua de mayo porque el mundo ha cambiado desde su fundación y su operativa ya no da respuesta a las necesidades internacionales.

Quizás, esta infame resolución debiera ser el detonante para que los países miembros se ajusten a la legalidad y se postulen del lado del pueblo saharaui. No hacerlo, consolidará aún más el papel de Trump en sus delirios imperialistas que no pueden traer nada bueno al mundo. Quienes no rechacen la aplicación de esta resolución por justicia con el pueblo saharaui, debieran plantearse egoístamente que también es por su propio bien. Trump está desatado y, gracias a la nula moralidad de la Comunidad Internacional, no parará aquí, se siente impune. Tampoco lo hará Marruecos, cuyo próximo objetivo es Ceuta y Melilla: Pedro Sánchez allanó ese camino y Trump lo acaba de asfaltar.

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