Nuevos enclaves para mendigos

Ayer paseaba por la recién peatonalizada calle Fuencarral cuando reparé en que los mendigos ya han comenzado a instalarse en los portales y puertas de las tiendas de moda. Antes resultaba complicado, porque las aceras eran muy estrechas y la afluencia de peatones les hubiera arrollado, pero ahora campan a sus anchas.

Desde el punto de vista estratégico, se trata de un enclave sin igual, puesto que a lo largo y ancho de la calle, flanqueada por tiendas con 'lo último de lo último', se mueve mucho dinero. Eso lo sabían también los travestis que se prostituían a altas horas de la madrugada y que ahora con la peatonalización ven un poco más inciertos sus ingresos.

Así pues, muchos de los vecinos, dada la poca sensibilidad que demostramos en ocasiones, pensarán "vaya arreglo, cambiamos coches por mendigos". Pero hay que mirar más allá. Precisamente hoy, el INE ha hecho pública la Encuesta sobre las Personas sin hogar-Centros. Año 2008. En realidad, no se trata de una encuesta para aportar datos cualitativos y cuantitativos de los mendigos, sino más bien de los centros que hay a su disposición.

Al parecer y según expone el propio INE, "la Encuesta sobre Personas Sin Hogar Centros (EPSH-Centros 2008) se encuadra en un programa más amplio, actualmente en proceso de discusión en el ámbito de la Unión Europea, de elaboración de indicadores y estadísticas sobre la exclusión social, y específicamente sobre las personas sin hogar como manifestación extrema de la misma".

Hasta entonces, las cifras que se manejan son, entre otras, que España cuenta con 615 centros para personas sin hogar, que en 2008 ofrecieron 13.650 plazas diarias de alojamiento. Esta cifra supone un aumento del 4,7% respecto a la registrada en la anterior encuesta. La ocupación media también se ha visto incrementada ligeramente, alcanzando ya el 86,8%.

Estas cifras deben revelarnos que cada vez con más frecuencia pueblan por nuestras calles gente sin hogar o, lo que es peor, que lo tienen pero que por algún motivo, 'perdieron la cabeza' y prefieren una vida callejera. Hace una semana charlaba con un canario, militar retirado, que lleva cerca de año y medio en la calles tras haber enviudado por segunda vez. Uno no sabía si creerse todo lo que me contaba, pero con lo que sí me quedo es con la cantidad de licenciados que vagabundean por nuestras calles. El mendigo del siglo XXI ya no es sólo un pobre borracho o un drogadicto en las últimas, hablamos de gente cualificada que, por reveses de la vida, ha dado con sus huesos en las calles.

Otro dato de interés: entre ellos, poco a poco, está cundiendo la xenofobia, justificándola por el supuesto trato de favor que reciben los vagabundos inmigrantes en los centros de acogida, no sólo a la hora de la comida sino también en el reparto de nuevas prendas. Verdad o no este trato de favor, lo que sí es una realidad es la xenofobia.

En el caso de Madrid, ¿habrá que esperar al 2016 si nos conceden la celebración de los Juegos Olímpicos para que Gallardón -y la Botella- se ponga manos a la obra en lugar de a las obras?

Y cuando hago este apunte, no me refiero a barrerlos de las calles de mala manera, como hicieron los chinos bajo la mirada resignada y sometida del resto del mundo...
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