El minarete que nos mina



El resultado del referéndum en Suiza puede parecer anecdótico, pero no lo es. En absoluto. Sienta una gravísimo precedente con el agravante de ser terriblemente contagioso. Tanto es así, que comienza a extenderse a Dinamarca.

España, una vez más, defrauda en el contexto internacional. El exceso de diplomacia nos deja como un país que siempre va en el vagón de cola. La poca, por no decir nula, iniciativa de nuestro país en decisiones trascendentales del contexto internacional están haciéndonos perder muchos enteros en el ránking. Y no es cuestión de ideologías, porque ni siquiera el PP fue capaz de gobernar sabiamente el timón. La entrada de España en Irak nos dibujó ante el mundo como los pobres del Trío de las Azores que apostaban sus tres perrillas al caballo ganador. Y perdio. Y perdimos las tres perrillas.

Ahora, con el tema de los minaretes, mientras una valiente ministra de justicia sueca, Beatrice Ask, habla alto y claro asegurando que "creo en la libertad y no creo que podamos construir una nueva Europa sin el derecho a la libertad de expresión", en el marco de una reunión de ministros de Justicia e Interior de la UE.

Rubalcaba se arruga y declara que respeta "las posiciones de otros países y mucho más cuando han votado los ciudadanos. Y por tanto no hay posición del Gobierno español sobre esta materia". Está bien que aclare que él hubiera votado en contra de la prohibición de los minaretes, pero no cabe duda de que, si es del futuro de una Europa fuerte y justa de lo que estamos hablando, hubiera precisado que el resultado de ese referéndum es una verdadera lástima. Aún cuando sea el resultado de una votación democrática, ¿quién dice que sea justa?
Next Post Previous Post

Sin comentarios