Ashtiani, una soga y millones de cuellos

Sakineh Mohammadi Ashtiani, la iraní de 43 años y madre de dos hijos, condenada en un principio a ser lapidada en 2006 por haber mantenido relaciones con dos hombres tras la muerte de su marido, podría ser ahorcada hoy. El cambio de ejecución fue realizado hace meses por las autoridades iraníes tras la presión internacional, una presión que, incluso, llevó al entonces presidente de Brasil, Lula da Silva, -que mantiene unas buenas relaciones con Mahmud Ahmadineyad- a ofrecer asilo político a Ashtiani. Asilo, por otro lado, que fue rechazado.

El hecho es, a todas luces, lamentable, pero ha de llevarnos a una reflexión más profunda -por inhumano que parezca por mi parte, más allá de la posible ejecución de hoy-: ¿Cómo se puede cambiar la cultura, la legislación de un país como Irán, para que no se sucedan hechos como los de Ashtiani?

El tema es muy complejo, puesto que cualquier intervención internacional se vería como una injerencia en la política de Irán. Y no es un país cualquiera al que la Comunidad Internacional pueda realizar un bloqueo económico, puesto que la dependencia energética de ésta respecto a Irán es demasiado fuerte, incluso, para España. Una posición que se ve reforzada aún más con el hallazgo este mismo año de nuevos yacimientos.

Pero, ¿cuál es en realidad la fuerza de Irán? ¿Sus recursos naturales, su posición estratégica y la amenaza nuclear o la moral esquelética del resto de la Comunidad Internacional? Diría que la segunda, por dos motivos: por un lado, porque esta Comunidad no tiene la honestidad ni el arrojo suficientes de bloquear económica y comercialmente a todos aquellos países que no cumplan con una ley internacional que, claramente, estaría siendo violada con el ahorcamiento de Ashtiani. En segundo lugar, porque de aplicar este bloqueo y, consecuentemente, renunciar a la provisión energética que supone, el resto de los productores de gas y petróleo especularían con el precio hasta máximos históricos.

¿Seremos capaces -la Humanidad, se entiende- de trasponer la misma honestidad que contemplamos en el plano individual al plano internacional? ¿O acaso en el día a día permitimos que un hombre mate a su mujer a golpes siempre y cuando éste nos proporcione la gasolina para nuestro coche un poco más barata? Si hoy se produce el ahorcamiento, la soga no sólo estará en el cuello de Ashtiani, la tendremos todos en el nuestro propio.
Next Post Previous Post

2 comentarios

  1. ¿Sabes lo peor, David? Q al final aunque nos pese: SOMOS LO Q TOLERAMOS!! Y estamos tolerando demasiado..

    Abzs!

    ResponderEliminar
  2. Es cierto y lo peor es que nos escudamos en que son nuestros gobiernos los que lo hacen, pero ningún gobierno se perpetua en decisiones erróneas si no es con el apoyo o la pasividad del pueblo al que representa.

    ResponderEliminar