La corrupción de andar por casa

El País informaba ayer de un nuevo escándalo de corrupción en Argentina, bajo la presidencia del difunto Néstor Kirchner. Básicamente, se trata de comisiones que supuestamente cobraba el gobierno a las empresas a cambio de adjudicarles a dedo jugosos contratos. Según algunos correos electrónicos que circulan, españolas como Indra, Telefónica, RENFE, FEBE, Isolux Corsán o LAN son algunas bajo la sospecha. Todas lo niegan, claro.

La Justicia es quien tiene que aclarar si son culpables o no, partiendo de su presunción de inocencia. El problema es que estos casos de corrupción se enmarcan ahora en Argentina, pero se producen en todos sitios. TODOS. Las adjudicaciones a dedo a cambio de comisiones o de intercambio de favores es el pan nuestro de cada día. De manera velada, también se diseñan los pliegos de los concursos públicos para que únicamente puede haber una empresa determinada que opte. ¿Y las comisiones? Bueno, aquí en España es práctica común el pago bajo cuerda para dar el mantenimiento de unas instalaciones concretas y "o lo tomas o lo dejas, que tengo una lista de empresas que también lo quieren". Y todos pasan por el aro.

Pero la reflexión que tenemos que hacer aquí no es sólo culpabilizar a quienes ofrecen las comisiones, sino también a quien las aceptan. Porque somos muy amigos de no mirarnos el ombligo más que cuando se trata de cuestiones positivas pero para las negativas, nada de nada. Y si no, piensen: ¿cuántas críticas ácidas han escuchado de conocidos -quizás ustedes mismos- sobre el precio de la vivienda, sobre los especuladores, cuando ellos mismos venden su casa por un precio que a todas luces es desmedido? ¿O comentarios de "genial, ha llegado el metro, la casa ya valdrá al menos cinco millones más"? Por no mencionar a quienes viven en el centro de alquiler, les toca un piso de protección oficial en la periferia y no quieren irse a vivir allí; en lugar de renunciar al piso, lo alquilan ilegalmente, robándoles el piso a quienes sí lo quieren, a quienes sí lo necesitan.

Esa es la sociedad que tenemos. A ver si nos damos cuenta de que corruptelas como la de Argentina no son más que un reflejo de los micro-fraudes que se producen siempre en nuestro día a día, en nuestra órbita más próxima. Ojalá fuéramos igual de autocríticos.
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