Tras la tragedia del A400M en Sevilla, tanto el presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, como el ministro de Defensa, Pedro Morenés, han
pedido la máxima transparencia y rigurosidad a la hora de investigar
las causas del accidente. Sin embargo, la transparencia no parece estar en el ADN de nuestros mandatarios, menos aún cuando nos encontramos en plena campaña y del resultado de esas pesquisas dependen miles de puestos de trabajo -sólo entre Sevilla y Cádiz se habla de unos 8.000 trabajadores- y una buena inyección económica.
La comparación con otra reciente tragedia, la del Airbus
A320 de Germanwings, será inevitable. Para empezar y a pesar de que las
condiciones del terreno, incluso meteorológicas, del accidente de los
Alpes eran ostensiblemente peores, la notificación del hallazgo de la
primera de las cajas negras se produjo antes de lo que lo han hecho las
del Airbus -encontradas más de 24 horas después del siniestro-. Para
continuar, tan sólo dos días después del accidente, el fiscal de
Marsella comparecía ante los medios públicos para dar cuenta de las
investigaciones.
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