El semáforo para votar, demasiado complejo para sus señorías

 


Tres botones, como un semáforo, para que a sus señorías les resulte aún más intuitivo: rojo para el no, verde para el sí y amarilla para la abstención. Así es el sistema de votación del Congreso. Es sencillo, pero la lista veces que nuestros representantes en la Cámara Baja terminan por equivocarse en las votaciones es tan larga como vergonzosa. Es lo que sucedió ayer con la aprobación de la reforma laboral, cuando el diputado del PP, Alberto Casero, votó a favor de la reforma laboral, aunque en su caso el voto fue telemático.

El voto telemático se ha de solicitar con antelación y, una vez hecho, no se puede votar de manera presencial. Es lo que le sucedió a Marisa Saavedra (UP) en julio 2020, cuando el Congreso votaba el bloque económico de la Comisión de Reconstrucción. Desde UP se había solicitado el voto telemático para Saavedra pero finalmente ésta acudió a la Cámara y votó presencialmente. Entonces la votación sí se repitió, pero no fue por haberse equivocado en el signo del voto, sino porque el voto presencial no era válido al haberse solicitado el telemático y para cuando esto se comunicó a Saavedra no había tiempo material para emitir ese voto electrónico.

Aclarado ese asunto de solicitud previa del voto telemático, ¿cómo se vota de manera remota? Como en cualquier otro proceso electrónico de nuestro día a día, lo primero es autenticarse en el sistema con las correspondientes claves. Como sucede con el voto presencial, en cada votación aparece el mismo sistema cromático de semáforo para votar, tan sencillo que un niño podría entenderlo. La diferencia respecto al voto en el Hemiciclo es que en el telemático se pide confirmación del voto antes de que sea emitido.

A pesar de lo simple del sistema, son muchas las equivocaciones que se han producido en los últimos años. Corría el año 2013 y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, votó a favor una petición del PSOE para reprobar al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, aunque no prosperaría porque el resto del PP y UPN votaron en contra. Dos años después, sería el mismo Pedro Sánchez el que tendría un sonoro patinazo: respaldó con su voto la reforma del aborto que propuso el PP que, entre otras medidas, exigía el consentimiento paterno para la interrupción del embarazo en el caso de menores de 16 años.

En marzo de 2016, debutaban en el Congreso Iñigo Errejón  (Podemos) y Xavier Domènech (En Comú Podem) y no lo hacían con buen pie. Se votaba una proposición no de ley (PNL) del PP que contemplaba el rechazo a cualquier consulta soberanista y Errejón se equivocó votando abstención en lugar de No. En el caso de Domènech, como le sucedió a otros seis diputados de Podemos, no pulsó el botón blanco que deja constancia de su presencia en el Hemiciclo antes de la votación, generando confusión al dar la sensación de que habían votado menos parlamentarios que los que realmente estaban.

Uno de los errores más sonados fue el de Mariano Rajoy en 2017, cuando en una ajustada votación que recuerda en cierto modo a la de ayer, votó 'en contra de sus propios presupuestos'. El entonces presidente del Gobierno tenía que haber votado a favor de una de las enmiendas pactadas con Nueva Canarias para ganarse su apoyo… pero no. Rajoy votó en contra.

Aquella sesión estuvo caracterizada por una sucesión de votaciones de diferentes partidas presupuestarias, con 15 segundos para votar cada enmienda, por lo que el margen de error era mayor que el vivido ayer en la aprobación de la reforma laboral.

Aquel día otros diputados socialistas –hasta 26- como Eduardo Madina (PSOE) y de otras fuerzas como Melisa Rodríguez (Cs) se sumarían a la listas de errores, pero la más sonrojante fue la actuación de Pablo Iglesias, que terminó votando a favor de los presupuestos de Rajoy para los ministerios de Asuntos Exteriores y Educación, es decir, en dos votaciones diferentes con pocos minutos entre ellas.

Ya en 2020, durante la votación de la quinta prórroga del estado de alarma, la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, terminó votando abstención en lugar de emitir un voto positivo, y llegó a alegar que su panel de votación no le había funcionado. En aquella misma votación, los diputados de Vox José María Figaredo y Rubén Darío Vega votaron desde sus casas a favor, mientras el resto de su partido votaba en contra.

Más recientemente, el pasado mes de noviembre, el exministro y exsecretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, aseguró haberse equivocado al votar en blanco en la selección de los candidatos al Tribunal Constitucional. En la papeleta telemática tendría que haber escrito el nombre de los magistrados, entre los que se encontraban los polémicos Enrique Arnaldo y Concha Espejel, pero salió en blanco.

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