Retales de injusticia teñidos de verde
Ayer se celebraba en España la 'Fiesta Nacional' -no confundir con los toros- o, también, el Día de la Hispanidad, que conmemora el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón -que ahora resulta que era catalán- y el hermanamiento de los pueblos americanos con España, dejando a un lado las matanzas a indígenas a manos de los colonizadores. Pequeños detalles, vaya.
Pero no quiero entrar en esa polémica, que ni es tan sencilla ni tan evidente como parece para algunos, sino en otra más actual, pero más invisible. Ayer, mientras aquí en Madrid desfilaban 4.409 hombres, 309 mujeres, 205 vehículos y sobrevolaban 86 arenoaves, en Panamá, lo hacían cerca de un millar de personas -la mayor parte indígenas-. Los motivos eran otros, tal y como relato en el artículo de Suite101.
Era la culminación de una durísima caminata de más de 370 kilómetros, en época de lluvias, protagonizada por las tres principales etnias indígenas de Panamá, con el objetivo de protestar por el expolio que están realizando las grandes multinacionales en sus tierras. Los megaproyectos hidráulicos y mineros, no sólo están esquilmando sus recursos naturales sino que, además, les están expropiando las tierras, obligándoles a emigrar hacia la costa.
Mientras en el mundo desarrollado respiramos tranquilos porque muchas de las empresas que nos hacen la vida más cómoda enarbolan la bandera verde ecologista, no nos preguntamos con qué han tejido esa bandera. En muchos casos, como el panameño, la bandera son retales malcosidos de injusticia, nuevo colonialismo y explotación, eso sí, bien teñida de verde.
Y aquí, como en tantas otras cuestiones, no llega la voz de los indígenas, que en el caso de Panamá han tenido la fortuna de contar con Comuna Sur, que más que convertirse en su altavoz, les enseñó a cómo utilizarlo. Y eso, no tiene precio.
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