Novillos en Davos

Como ya avanzaba días atrás sin que por ello estuviera desvelando un grandioso hallazgo, las conclusiones que podemos extraer al cierre del Foro Económico Mundial dejan mucho que desear. Habrá que esperar al próximo 2 de abril, cuando se reúnan en Londres los países del G-20 -¿nos cederán silla esta vez?-, para tratar de concretar los principios comunes y las acciones para reformar los mercados financieros.
Hasta entonces, poco más que obviedades tales como la necesidad de una mayor transparencia por parte de las entidades financieras tras la intervención estatal que ha tenido lugar en muchos países. EEUU, Alemania o Reino Unido son buenos ejemplos de ello, habiendo conseguido que la palabra 'nacionalización' no provoque salpullido a los economistas.

Como novedad, se ha puesto encima de la mesa la posibilidad de que los bancos, a partir de ahora, se vean en la obligación de contratar seguros para cubrirse las espaldas ante posibles riesgos de pérdidas. La principal consencuencia de ello sería que, al limitar los riesgos de los bancos, fuera posible realizar una estimación del mercado mucho más certera, sobre todo en lo que a ese riesgo se refiere.

Por otro lado, una de las escasas personalidades españolas que ha acudido a Davos ha sido Ana Patricia Botín, miembro del Consejo de Administración del Banco Santander y presidenta de Banesto. La Botín no dudó al asegurar que "los grandes bancos españoles pagan ahora un precio mayor por sus fondos que los alemanes". En realidad, la visión de España, simplificando, es como un bono basura por la volatilidad que ha tenido el papel que cumplíamos hasta la fecha: fondo inmobiliario. Ahora, lo seguimos siendo por la cantidad de ladrillo que queda por vender -recordemos que España es, de largo, el mayor consumidor de cemento de la UE-, pero lo somos de alto riesgo.

Y, aún pensando como pienso que la utilidad de este Foro ha sido bastante pobre, lo que parece un absoluto sinsentido es que nuestro Gobierno removiera cielo y tierra para conseguir sitio en las reuniones del G-8 y del G-20 y, en cambio, cuando puede estar en primera línea de un acto como Davos, ni aparezca. Es uno de esos desencuentros con la razón a la que los políticos, sean del signo que fueren, nos tienen acostumbrados. Estamos hablando de unos novillos en Davos que no habrá pasado inadvertido a los 40 jefes de Estado y al centenar de ministros que sí han acudido.

Y mientras, como ya nos apuntó GGSB en uno de sus acertados comentarios, el Foro Social Mundial, celebrado en Belem (Brasil) siguió celebrándose en un segundo plano informativo. A pesar de predecir la situación actual años atrás, por alguna extraña razón -y por los desórdenes sociales que a veces lo acompañan en forma de manifestaciones- no entran en la agenda informativa. Quizás por eso el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva haya apoyado firmemente la iniciativa de que la próxima edición de este Foro se celebre en alguna ciudad de Oriente Medio o EEUU. Quizás así, y sólo así, Davos aprenda de su 'hermano pequeño'.


Mañana viajo hacia Orlando (Florida). Será una buena oportunidad para ver de cerca cómo ha calado realmente la llegada de Obama a la Casa Blanca. Ya aterrizado, compartiré mis primeras impresiones en dbnews. Nos leemos en dos días.
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1 comentario

  1. La verdad es que, sin entrar a valorar los intereses que subyacen de los dos Foros Mundiales (el ‘europeo’ y el ‘latino’), ambos sirven para lanzar mensajes al viento con el único objetivo de sembrar ideas sin el ánimo de recoger proyectos en firme. Si el de Davos mira para el Olimpo –por no decir, el ombligo de cada uno o, a lo sumo, de sus respectivos países-, el otro “Davos”, el social, parece andar por las antípodas.
    Resulta curioso la cantidad de cifras que se han manejado en los debates y el hincapié que se ha hecho por algunos en señalar su importancia. Así en Davos, el magnate de las empresas mediáticas Rupert Murdoch, para insistir en que es el capitalismo el único que crea riqueza (se le olvidó decir que también es la mejor fórmula para destruirla), agregó que desde que se acentuó la crisis (sitúa como umbral de firme recesión la caída de Lehman Bros. Co) a escala mundial han desaparecido unos "50 billones de dólares de riqueza personal” ¡QUÉ BARBARIDAD!, Sólo le faltó decir que ‘de los bolsillos de 50 magníficos señores!!!’.
    En terreno amazónico y, eso sí, con sentencias dignas de enmarcar por su fundamento y contundencia entre las que destacan algunas originarias del subcomandante Marcos, Evo Morales fue uno de los presidentes latinos que más se mojó y que, en concreto, propuso emprender una serie de campañas mundiales. La primera, por la paz y la justicia, era obvia y sería para llevar a los responsables de las guerras genocidas a los tribunales de justicia y acabar con el derecho de veto del Consejo de Seguridad de la ONU. La segunda proclamaría un nuevo orden económico internacional basado en la solidaridad, justicia y complementariedad entre las naciones, lo que obligaría a reformar drásticamente tanto el FMI, como el Banco Mundial y la OMC. La tercera campaña, la más controvertida dada la situación actual, consistiría en movilizarse para salvar el planeta y ello implica cambiar los patrones de consumo y lógicamente los de producción. Y claro, aquí los primeros perjudicados serían los curritos de turno y aquí son los sindicatos los primeros en oponerse de frente a medidas a largo plazo que, a corto, dejarían en la calle a un buen número de familias. Contradictoriamente, para esta campaña, Morales propone como símbolo de que “la madre tierra es nuestro hogar y la fuente de nuestra vida”, la hoja de coca. ¿Es la hoja de coca la fuente de nuestra vida? Pues menudo currículo de vidas acabadas lleva atesoradas esta industria y menudos ejércitos de esclavos sostienen un negocio que da de comer a, de nuevo, a una ‘élite’ de magníficos señores contados.
    En fin, para terminar mi charleta (y pido disculpas por ello), me gustaría acabar con una sentencia del propio Evo que sí que merece la pena recordar: “Si los pueblos del mundo no somos capaces de sepultar al capitalismo, el capitalismo sepultará al planeta tierra”.

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